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Premio Nadal 1944


El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí. 

En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otras palabras: a pesar del giro inesperado de la historia, aquel premio Nadal nació ya siendo un galardón preconcedido, pactado."
Dicho enfoque es interesante, pero exige algunas puntualizaciones. Veamos, en primer lugar, los hechos.
En aquella convocatoria inaugural de 1944 concurrieron veintiséis novelas, de las que inicialmente se seleccionaron siete para el fallo: José María Álvarez Blázquez (En el pueblo hay caras nuevas), Carlos Martínez Barbeito (El bosque de Ancines), César González Ruano (La terraza de los Palau), María Dolores Boixadós (Aguas muertas), Carmen Laforet (Nada), Esteban P. de las Heras (Se ha perdido un alma) y Luis Manteiga (Zambulón, mundo cerrado). En la primera ronda (se siguió el sistema Goncourt) pasaron, con el mayor número de votos, las cinco primeras. El único de entre los seleccionados que entonces gozaba de cierto renombre en el mundillo de las letras, aunque en horas bajas, era González Ruano; los demás eran inéditos o primerizos en el campo de la novela. En la última ronda de votaciones quedó finalista En el pueblo hay caras nuevas, de J. Mª Álvarez Blázquez (con 2 votos), y ganadora Nada, de Carmen Laforet (con 3 votos). El jurado estuvo formado por Ignacio Agustí, Juan Ramón Masoliver, Joan Teixidor, Josep Vergés y Rafael Vázquez Zamora, que actuó como secretario.
Hasta aquí los hechos. Ahora, las suposiciones.
Si a González Ruano le habían garantizado el premio, ¿cómo es posible que nadie le apoyase en la votación final? Si hubo uno o varios miembros del jurado que apostaron inicialmente por él está claro que luego se arrepintieron. ¿Por qué? Antonio Vilanova, en su "Presentación" del libro 50 años del Premio Nadal (Ediciones Destino, 1994), tacha a La terraza de los Palau de "mediocre novela". ¿Fue esta la causa o hubo otras? ¿Pudo ser que cuando los miembros del jurado leyeron el manuscrito de González Ruano se vieran incapaces de defenderlo para el premio debido a su insuficiente calidad? Lo cierto es que ni siquiera alcanzó a ser finalista.
Además, y según se verá más adelante, pudo haber otra promesa incumplida.           

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