Ermitaños ornamentales

El retiro de Painshill, grabado de Friedrich Ludwig von Sckell

A mediados de la década de 1770 un tal Mr. Hamilton puso un anuncio ofreciendo una plaza de ermitaño para su retiro de Painshill, en Cobham, Surrey. Para ello se le proveería de una Biblia, unas lentes para leer, una alfombrilla como lecho, un escabel como almohada y un reloj de arena para medir el tiempo. El agua y la comida irían por parte de la casa, pero no podría intercambiar palabra alguna con los sirvientes. Debería permanecer en el puesto siete años, no exceder en ningún caso los límites fijados, ir descalzo, vestir hábito de estameña y no cortarse la barba ni las uñas. De cumplir con todas y cada una de las condiciones, se le recompensaría con 700 guineas, pero si abandonaba antes del tiempo estipulado no recibiría nada.
Al parecer una persona lo intentó, pero no pasó de las tres semanas.
Los "ermitaños ornamentales" constituyen una de la formas de excentricidad -ya señalada por Edith Sitwell en Ingleses excéntricos (1933)- más curiosas entre la aristocracia rural y los terratenientes ingleses de la época georgiana. No todas los retiros construidos en los jardines de sus mansiones tuvieron huéspedes, la mayoría permanecieron vacíos o a lo sumo con un muñeco haciendo las veces de ermitaño. Gordon Campbell en su interesante The Hermit in the Garden (2013) traza su historia europea desde la época romana hasta los gnomos de piedra de los adosados de nuestros días.
Según Campbell el número de ermitas o retiros en los jardines de Gran Bretaña e Irlanda, desaparecidas o aún existentes, ascendería a un centenar.
España también tuvo sus decorativas ermitas. En los jardines del Buen Retiro hubo siete, construidas a semejanza de las que había en Montserrat, de las que solo sobreviven dos. En los de Aranjuez hubo trece, todas destruidas; en el barcelonés Laberinto de Horta, residencia del marqués de Llupià y Alfarràs, hubo una, hoy desaparecida; y en el madrileño Palacio El Capricho, de la Alameda de Osuna, también hubo otra. Se dice que esta última fue ocupada por el Hermano Arsenio durante 26 años hasta su muerte en 1802, siendo sucedido por su amigo el Hermano Eusebio, hasta que en 1816 los ermitaños vivientes fueron remplazados por un autómata. Pero no es seguro.

Comentarios

(2)
  1. Mr. Hamilton, bien quería hacer del ermitaño un Santo, un parásito o una especie de Sidharta.
    Ahora veré a los gnomos de piedra de otra manera, si antes me parecían pequeñas criaturas, además serán, ermitaños que todavían no han despertado de su letargo en el retiro.

    Gracias por traer esta bonita historia.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti, por tus comentarios.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario