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Ser él


"No escribir como él, sino ser él: tomar su nombre, vivir su vida, amar a las mujeres -o a los hombres- que él ama, andar sus pasos, abrir sus ventanas, comprar en las mismas tiendas los mismos alimentos, peinar sus cabellos, vestir sus ropas, soñar sus sueños, llorar sus lágrimas, leer sus libros, reír sus risas, sufrir sus insomnios, viajar sus viajes, escribir sus obras, disfrutar sus éxitos, olvidar sus fracasos, temer sus miedos, envidiar lo que envidia, tropezar -si es el caso dos veces- en la misma piedra en que él tropieza, inventar su infancia, aborrecer su adolescencia, ir arrinconando su juventud en el trastero de la memoria, apurar su madurez como una copa de licor duro, aceptar su vejez como se acepta la llegada del día tras un descanso cruel, morir su muerte. Sí. para escribir sobre algunos temas hay veces en las que uno desearía ser tal o cual escritor. No escribir como él, sino ser él: tomar su nombre, vivir su vida..."

(Javier García Rodríguez, Barra americana, DVD Ediciones, Barcelona, 2011) 

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El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Antillón

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Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de