Ir al contenido principal

Perros y gatos

Charles Dickens fotografiado 
con uno de sus perros


A Dickens le gustaban mucho los perros. Según su amigo y biógrafo John Forster "el interés de Dickens por los perros era inagotable". Le gustaban sobre todo grandes, aunque no rechazaba los pequeños, como el pomerania de su hija Mamie. En 2101 hubo en la casa Bonham de Nueva York una subasta en la que salió un collar que había pertenecido a uno de los perros de Dickens. Un amante de los perros o de Dickens (o de los dos) lo adquirió por la nada desdeñable cifra de $11.599.

Los gatos le gustaban menos. En sus casas de Londres estaban prohibidos, porque temía que se zampasen sus pájaros; pero cuando en 1860 comenzó a residir en Gad's Hill, y dado que había espacio suficiente para ambas mascotas, no tuvo reparos en tener algunos.
En sus novelas salen perros con frecuencia. Mi preferido es el fiel mastín "Bullseye", de Bill Sikes, en Oliver Twist. Cuando ve que su amo, en su huída después de matar a Nancy, muere accidentalmente ahorcado por una soga, también "Bullseye" encuentra la muerte:
"Un perro que nadie viera hasta entonces, comenzó en aquel momento a correr por el borde del tejado, lanzando aullidos lastimeros; después de medir la altura con la vista, arrojóse sobre los hombros de su amo, pero perdiendo el tino, cayó al foso y se despedazó la cabeza al chocar contra una piedra".

En cuanto a los gatos, uno de los más singulares es "Lady Jane", la terrorífica gata gris de ojos grises y maneras de tigresa, cuyo propietario es el comerciante Krook de Casa sombría. Por cierto, como apunta John Sutherland, el término Lady Jane -¿recuerdan la canción de los Rolling Stones?- en slang significa "prostituta" o "vagina". Seguro que a Dickens no se le escapaba esta acepción vulgar. No puede decirse lo mismo de la mayoría de sus lectoras contemporáneas, aunque sí seguramente de sus maridos.

Comentarios

  1. ¡Qué interesante! En "Grandes esperanzas" todavía no ha salido ningún perro...
    Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Acepto la subasta de 2101 si es usted viajero en el tiempo, cosa que sería emocionante para quienes le leemos.

    Pues claro, Dickens quería a los perros porque conocía a los hombres, perdón por el manido chiste. Su percepción de la naturaleza humana se extendía al resto de seres vivos, así que no me extraña nada su sintonía canina.
    Mi preferido, dejando descansar a Dickens, es Colmillo blanco. Jack London nos hizo llorar de lo lindo con el perro, un animal que soporta nuestras estupideces sin quejarse, incluso con lametazos de alegría.

    ResponderEliminar
  3. Craso error de fecha, ciertamente. Todavía no dispongo de máquina del tiempo para corroborarlo.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Como un río de corriente oscura y crecida

  Era un panorama extraño. En Barcelona, la habitual multitud nocturna paseaba Rambla abajo entre controles de policía regularmente repartidos, y la habitual bomba que explotaba en algún edificio inacabado (a causa de la huelga de los obreros de la construcción) parecía arrojar desde las calles laterales perqueñas riadas de gente nerviosa a la Rambla. Los carteristas, apaches, sospechosos vendedores ambulantes y relucientes mujeres que normalmente pueden verse en las callejuelas se infiltraban entre las buenas familias burguesas, las brigadas de obreros de rostro endurecido, las tropillas de estudiantes y jóvenes que deambulaban por la ciudad. La multitud se desparramaba lentamente por la Rambla, como un río de corriente oscura y crecida. Apareció un ejército de detectives, de bolsillos abultados, apostados en cada café, vagueando por la Rambla y enganchando, de un modo vengativamente suspicaz, a algunos transeúntes elegidos por alguna singular razón, hasta el punto de que incluso esta

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra