Ir al contenido principal

Campos Elíseos

Situación de los antiguos Campos Elíseos en el Ensanche de Barcelona

Francisco de Paula Mellado fue un escritor, periodista y editor, nacido accidentalmente en Barcelona, muy popular por sus crónicas estivales de viajes por España, que fueron apareciendo en diversos periódicos de la Villa y Corte, donde residió casi toda su vida. En 1857 publicó Impresiones de un viaje a Barcelona y, para que sus elogios a la capital catalana no parecieran manifestaciones de un arrebatado amor filial, Mellado advierte de mano que solo es barcelonés por azar, que no tiene intereses de ningún género ni lazos familiares con la ciudad condal, y que hacía quince años que no la visitaba.
Dicho esto, se detiene el periodista en resaltar cuanto más le agrada de la capital catalana, a saber: La Rambla, el paseo de la Muralla del Mar, el Jardín del General... Pero, lo que más le llama la atención son los jardines que bordean el Paseo de Gracia, en especial los llamados "Campos Elíseos", en cuya descripción emplea Mellado una retahíla de efusivas frases:
"¡Los Campos Elíseos! Posesión encantada donde el genio protector del placer ha agotado todos los dones de la fecunda inventiva: nuevos jardines de Armida, donde las melancolías más profundas y los caracteres más tristes se ven arrastrados al bullicio y a la alegría por la fuerza magnética de una seducción fascinadora; centro mágico de toda clase de diversiones donde encuentran ocupación y goce todos los sentidos; deliciosas enramadas donde se disfruta de la estrepitosa animación de una inmensa muchedumbre y del tranquilo goce de la callada soledad; poéticos vergeles que iluminados por el dulce reflejo de la luna, no vencido por la clara luz del gas, parecen ideados por Cupido para los tiernos coloquios del amor más espiritual y más puro; verdadera Babel de las más variadas distracciones donde todos los gustos encuentran satisfacción cumplida, espectáculo múltiple donde a la vez en uno de sus ángulos se baila, en otro se canta, acá se come; más allá se precipitan, que no corren, por la montaña rusa los aficionados a sensaciones fuertes; templo, en fin, del dios Momo, donde se rinde culto a la música, al baile, a la gastronomía, a la gimnasia, a la pirotécnica, donde dominan la risa y el buen humor, como señores absolutos, y donde solo están cerradas las puertas para el dolor y el llanto, únicos desterrados para quienes no hay allí ni hospitalidad ni cabida."
No es de extrañar que, al cabo de unos años, Madrid también contase con sus propios Campos Elíseos.

Comentarios

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien