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Falsarios

Heráclides Póntico

En cierto momento del siglo IV a. C., Heráclides Póntico se enzarzó en una disputa con otro filósofo, Dionisio "el Renegado". Heráclides era un caballero distinguido y respetable, corpulento, estudiante de Platón y experto en filosofía natural; se le conocía con el sobrenombre de ho pompikós, "el majestuoso" (jugando con su verdadero apelativo, ho Pontikós, "el del Ponto"). Dionisio, en cambio, tenía peor fama. Incialmente era un estoico que negaba la existencia del dolor y el placer, pero desarrolló una inflamación ocular aguda que le convenció de lo erróneo de sus principios. Abandonó, a la sazón, la escuela estoica (de aquí su sobrenombre) y se pasó el resto de su vida -larga y feliz, al parecer- como un buen cirenaico, frecuentando tabernas y prostíbulos.
Dionisio contrahizo una tragedia, el Parthenopeus, que atribuyó a Sófocles. En uno de sus textos, Heráclides la citó como obra genuinamente sofoclea, aun cuando debería haber sido más despabilado, puesto que había realizado ya sus propias prácticas de falsificación. Dionisio proclamó su autoría, pero Heraclides insisitió en la autenticidad de la obra. Y a ello replicó Dionisio que la supuesta tragedia incluía un acróstico: las primeras líneas de los versos desvelaban un mensaje oculto (Pánkalos, el nombre del novio de Dionisio). Heráclides objetó que debía de tratarse de una simple casualidad; cuando se le incitó a seguir leyendo el acróstico, halló que continuaba con un mensaje coherente:

-Un simio viejo no caerá en la trampa.
-Claro que caerá; es cuestión de tiempo.


Las inciales proseguían hasta constituir un veredicto apabullante: "Heraclides no sabe de letras". Al leer esto último, según se nos cuenta, quedó corrido de vergüenza.

(Falsarios y críticos, 2001, de Anthony Grafton. Traducción de Gonzalo G. Djembé)

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