Ir al contenido principal

Viaje a la Exposición

"Tipos de Mabille", ilustración de
Viaje cómico a la Exposición de París, de Carlos Frontaura

Al escritor y periodista Carlos Frontaura (1834-1910), director de El Cascabel, le apeteció un buen día irse a París a ver la Exposición universal, de modo que sableó oportunamente a los suscriptores del periódico (una peseta per cápita) y se fue pitando a la capital de Francia. A la vuelta, como era obligado, escribió un libro, Viaje cómico a la Exposición de París (1867).
Hay que decir que al principio el libro responde a su título, y Frontaura, que no carece de vis cómica, saca chispa de su viaje en tren en tercera clase, así como de sus primeras impresiones de la capital francesa. Nos da una detallado repaso a los restaurantes, teatros, café-concerts y otros lugares de entretenimiento. Analiza los periódicos, se admira de los ómnibus y repara en la cantidad de ladrones y descuideros que asaltan a los forasteros como él. Poco a poco, sin embargo, y a medida que va viendo el panorama, su humor se avinagra y se pone más severo y moralista.
En su visita al famoso salón de baile de Mabille queda literalmente escandalizado por cierta fauna que prolifera en aquel lugar de moda, en especial por las cocottes.
Frontaura, que acabará viendo cocottes en todas partes, incluida la Exposición, divide a las mujeres en dos clases: las honradas y las aventureras, o sea las cocottes. Con las segundas se ensaña: "...estas mujeres, cuyo lujo es tan escandaloso como su vida, tienen empeño en frecuentar los sitios donde mejor concurrencia hay, y las mujeres honradas encuentran siempre la mirada provocativa y la burlona sonrisa de aquellas pobres infelices mujeres, perdidas en el cenagal del vicio... Las mujeres honradas de París tienen mucho que temer de estas mujeres, dispuestas siempre a robar la paz de las familias, enemigas, como son, de la familia, ¡ay, tristes! ellas, que no la tienen, que viven una efímera vida de vergonzoso lujo, para acabar después en los hospitales o en las cárceles..."
Cuando por fin visita la Exposicíon el autor se nos ha puesto ya serio del todo. El pabellón de España no le desagrada del todo, pero lo encuentra francamente mejorable. ¿Y de quién es la culpa? Del gobierno, naturalmente: "Con un buen Gobierno, que durase algún tiempo, España en alguna otra Exposición, podría competir con las naciuones más adelantadas."
Hacia el final el propio Frontaura se da cuenta de que el libro no le está saliendo como él quería y pide disculpas a los sableados suscriptores, pero ya es tarde para volverlo a escribir.

Comentarios

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Bennett sobre "Ulises"

He aquí una foto clásica. Está tomada en la trastienda de la librería Shakespeare and Company, en París, poco después de la publicación de Ulises de James Joyce. En la foto aparecen Sylvia Beach (izquierda), propietaria de la librería y editora de la novela, y su autor (derecha). Me gustaría, sin embargo, que se fijaran en el cartel que hay detrás: ARNOLD BENNETT ON "ULYSSES".  Bennett fue un prolífico escritor inglés, autor de novelas como Los Clayhanger , Ana de las Cinco Villas o Cuentos de viejas , que alcanzaron en su tiempo enorme popularidad y fueron auténticos bestsellers. Seguidor de la gran tradición novelística del siglo XIX, sus obras iban destinadas preferentemente al llamado gran público, lo cual no quiere decir que no se preocupara por el estilo o la forma narrativa. Para Virginia Woolf y el círculo de Bloomsbury, Bennett representaba el lado más aborrecible de la narrativa y, en consecuencia, era no solo minusvalorado sino desdeñado (se burló de él en el ensa