En The Criminal Prosecution and Capital Punishment of Animals (1906) de E. P. Evans, se lee la siguiente noticia:
En 1792, en medio del reinado del Terror, un loro fue enjuiciado en París, acusado de actividades contrarrevolucionarias. Sucedió que en una concurrida calle el loro había gritado, al paso de un grupo de sansculottes, "¡Viva el Rey, vivan los curas, vivan los nobles!".
En 1792, en medio del reinado del Terror, un loro fue enjuiciado en París, acusado de actividades contrarrevolucionarias. Sucedió que en una concurrida calle el loro había gritado, al paso de un grupo de sansculottes, "¡Viva el Rey, vivan los curas, vivan los nobles!".
El reaccionario loro fue sentenciado a readoctrinamiento político en manos de la ciudadana Le Bon, una de las tricoteuses que gustaban de sentarse junto al patíbulo y mofarse de las víctimas que se subían a él para ser guillotinadas. En su compañía el loro pronto aprendió a decir "¡Viva la Nación!", así como un nutrido repertorio de canciones canallas y soeces, que dejaron patidifusas a las dos nobles damas cuando el loro les fue devuelto para su cuidado.
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