Ir al contenido principal

Padre e hijo

Philip Henry Gosse y su hijo Edmund

Philip Henry Gosse (1810-1888) era probablemente el mejor naturalista descriptivo de su época, y un personaje de gran popularidad por su labor divulgadora de la historia natural de Gran Bretaña. Sin duda estaba destinado a ocupar las más altas posiciones en la comunidad científica victoriana. Pero en 1857 publicó un libro que, sin quererlo, iba a cambiar su vida. Lo denominó Omphalos, y llevaba por subtítulo: "Un intento de desatar el nudo de la geología."
Gosse defiende en este libro que si las especies surgen por acción repentina en cualquier parte de su ciclo vital, su forma inicial debe presentar apariencia ilusoria de preexistencia. Así, por ejemplo, un hipopótamo adulto, recién creado por Dios hace tan solo una hora, debe tener los dientes desgastados por su uso; y en cuanto a los fósiles, éstos fueron colocados ya dentro de los estratos con la apariencia de fósiles. Por supuesto Adán tenía omphalos (ombligo).
Philip Henry Gosse confiaba que su libro cortaría los vuelos a Lyell, acabaría con las agitaciones de la especulación científica y justificaría la geología a los ojos de los piadosos lectores del Génesis. Puso en él todas sus esperanzas.
Su hijo Edmund Gosse (1849-1928) , poeta, erudito y bibliotecario de la Cámara de los Lores, dejó escrito en su excepcional relato autobiográfico Padre e Hijo. Un estudio de dos temperamentos (1907): "Jamás salió a la luz un libro con mayores expectativas de éxito que este curioso, obstinado y fanático volumen. Mi padre vivía en una febril espera, aguardando una tremenda explosión." Pero no hubo tal explosión. En su lugar los lectores recibieron Omphalos con una mezcla de sorpresa y perplejidad; y la mayoría de colegas, incluyendo sus amigos, optaron por un caritativo silencio.
Philip Henry Gosse se sintió terriblemente afectado, entró en una persistente melancolía y no volvió a escribir más sobre el tema. Años después, su hijo recordaría aquel "lúgubre invierno" en el que su padre, apesadumbrado, se sentaba junto al fuego y le contaba historias de crímenes para alejar de sí los amargos pensamientos de su Omphalos.

Comentarios

Entradas populares

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de