Ir al contenido principal

Raspe

En 1785 se publicó Londres, anónimamente, un librito titulado Baron Munchhausen’s Narrative of His Marvellous Travels and Campaings in Russia. En él se recopilaban las andanzas de un noble fanfarrón capaz de las más descomunales hazañas. El exagerado héroe se inspiraba en un personaje real: el militar Karl Friedrich Hieronymus von Münchhausen. El libro, de unas ochenta páginas y con un precio de venta de un chelín, tuvo un éxito fulgurante. En poco tiempo se lanzaron varias ediciones, y al año siguiente Gottfried Bürger pergeñó una adaptación al alemán que se hizo muy popular, siendo rápidamente vertida a otras lenguas. Pocos lectores sabían entonces que el autor del libro era un naturalista alemán llamado Rudolf Erich Raspe (1737-1794).
Raspe había estudiado en las universidades de Gotinga y Leipzig. Luego trabajó como bibliotecario, enseñó en el Collegium Carolinum de Kassel y escribió Specimen Historiae Naturalis (1763), en el que reivindicaba las ideas geológicas de Robert Hooke. Todo parecía ir bien hasta que, en 1775, Raspe fue detenido por haber empeñado algunas piezas de oro propiedad del landgrave de Hesse, de quien era conservador de sus colecciones de medallas y piedras preciosas. Con astucia, Raspe logró huir de Alemania y estuvo vagando de aquí para allá antes de instalarse en Gran Bretaña, donde prosiguió con sus oportunistas negocios. Como experto prospector minero logró engatusar a Sir John Sinclair, en cuyas fincas Raspe dijo haber descubierto criaderos de valiosos metales. Se averiguó que era él mismo quien había hecho unos hoyos y luego metido en ellos los minerales, lo que le obligó de nuevo a huir a otro sitio.
Si se lo proponía, hacía geología en serio. Su trabajo sobre volcanismo An Account of Some German Volcanoes and their Productions, With a New Hypothesis of the Prismatical Basaltes (1776), le valió cierta fama entre los geólogos, divididos a la sazón en dos bandos: neptunistas y plutonistas. Raspe se alineó con los plutonistas. Tradujo varias obras al inglés, entre ellas algunas de Ignaz von Born, geognosta, illuminato y modelo para el Sarastro de La flauta mágica de Mozart. Ninguna de estas traducciones, ni los diferentes empleos por los que pasó, ni sus proyectos fracasados, le dieron dinero suficiente. Pensó que la cosa podría cambiar con la publicación de las aventuras de su barón Münchhausen, pero vendió el original al editor por un precio irrisorio y no pudo aprovecharse de las suculentas ganancias generadas por el libro. Murió oscuramente en una remota parte del condado de Kerry, Irlanda. Años después Walter Scott se inspiraría en Raspe para crear el personaje del timador Herman Dousterswivel, de la novela El anticuario.

Comentarios

  1. Excelente entrada. Conocía al personaje pero ignoraba todo estos datos.
    Veo que ahora el blog lleva un ritmo más constante. Una verdadera fiesta. Gracias.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, procuraré mantener el ritmo, aunque no siempre es fácil.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Como un río de corriente oscura y crecida

  Era un panorama extraño. En Barcelona, la habitual multitud nocturna paseaba Rambla abajo entre controles de policía regularmente repartidos, y la habitual bomba que explotaba en algún edificio inacabado (a causa de la huelga de los obreros de la construcción) parecía arrojar desde las calles laterales perqueñas riadas de gente nerviosa a la Rambla. Los carteristas, apaches, sospechosos vendedores ambulantes y relucientes mujeres que normalmente pueden verse en las callejuelas se infiltraban entre las buenas familias burguesas, las brigadas de obreros de rostro endurecido, las tropillas de estudiantes y jóvenes que deambulaban por la ciudad. La multitud se desparramaba lentamente por la Rambla, como un río de corriente oscura y crecida. Apareció un ejército de detectives, de bolsillos abultados, apostados en cada café, vagueando por la Rambla y enganchando, de un modo vengativamente suspicaz, a algunos transeúntes elegidos por alguna singular razón, hasta el punto de que incluso esta

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra