Ayer vi en Barcelona a mi amigo Antonio Rabinad. A sus ochenta años -camisa roja, gorra verde- el autor de espléndidos libros como Memento mori, o El hombre indigno, estaba, como cada domingo por la mañana, en su puesto de libros del Mercat de Sant Antoni. Al igual que en otras ocasiones, charlamos un rato de escritura. "Siempre estoy escribiendo algo -me dice-; publicar ya es otra cosa. Pero la cuestión es seguir escribiendo, escribir lo que a uno realmente le gusta y sabe hacer, con independencia de lo que el mercado demande en cada momento..." Estamos de acuerdo. Y añade: "En mi casa tengo una pila de textos mecanografiados que nunca me he preocupado de llevar a ningún editor. Me basta con haberlos escrito. Escribir me hace sentirme vivo." Rabinad, el hacedor de páginas.
Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall
Pues hace muy bien. Tiene toda la razón...
ResponderEliminarEs la mejor manera, creo yo.