Serrín en la sesera
Aún a riesgo de perpetuar la inflación del lenguaje, debemos decir que Varda es una directora extraordinaria. Hoy en día, se abusa de términos grandilocuentes, por eso parece que todo es inopinadamente genial. Cada novedad del sector del libro se convierte en un hito, todos los hallazgos son apabullantes, todos partidos del siglo, todas obras maestras, y para más señas casi cualquier obra se tilda rápida y toscamente de "brutal". El "brutalismo" ha llegado a la cultura para quedarse, haciendo escasos los peores augurios de Guy Debord en su ensayo fundacional del situacionismo, La sociedad del espectáculo (1967). Hemos alcanzado tan altas cotas de necedad que necesitamos construir referentes universales con figuras estrambóticas, que no es que tengan los pies de barro, es que guardan serrín en la sesera. Los pensadores ciertos, críticos y molestos como tábanos, están arrumbados en un rincón en la sociedad del esperpento.
(Juan Laborda Barceló, Mujeres que conducen. El cine de Agnès Varda. Sílex, 2024).
Los pronósticos de Debord y su libro, que a muchos aún quema en las manos, se revelaron ciertos y sólo su oscura muerte libró al mundo de una de las mentes más preclaras de nuestro tiempo. Automarginado de motu propio y por convicción, ejerció con rigor pero sin concesiones la crítica social haciendo gala de una insólita coherencia. Quién mejor que él para explicar el asunto que nos ocupa:
ResponderEliminar"Efectivamente, el espectáculo simplifica, unifica, suprime y disfraza muchas veces la realidad pero nunca la reemplaza totalmente en el espíritu de los seres humanos".
Luego hay esperanza...
Debord lo vio venir, pero se quedó corto. Creo.
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