Poderosa arma desintegradora
-¡Allí está, Uller! -gritó señalando al animal-. A punto de saltar al agua desde las cañas.
El kapitán Parod no dijo palabra, limitándose a apuntar el cañón de su arma a la cabeza del mosntruo que tenía aspecto similar al de una iguana escamosa.
-Ya lo veo... -dijo Uller.
El hombre apretó el disparador y un rayo desintegrante brotó de su arma alcanzando de lleno al animal que, emitiendo un sordo rugido, se estremeció y retorció entre las cañas antes de quedar yerto en el suelo y de comenzar a desintegrarse.
Xavia miró con admiración al hombre que poseía un arma tan eficaz como aquella. Le prodigó los elogios y se hizo a un lado cuando él se dispuso a entrar de nuevo en la cabaña.
(Elliot Dooley, Mundo perdido. Ediciones Ceres, 1982).
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