Cámara mágica

 

Fundamos "La Maison des Amis des Livres" con fe; nos parece que cada uno de sus detalles corresponde a un sentimiento, a un pensamiento.

Para nosotras el comercio tiene un sentido conmovedor y profundo.

A nuestro entender, una tienda es una auténtica cámara mágica: en el momento en que el transeúnte franquea el umbral de una puerta que cualquiera puede abrir, en el que penetra en este lugar impersonal, se diría que nada demuda el gesto de su rostro ni el tono de sus palabras; realiza con un sentimiento de total libertad un acto que cree sin consecuencias imprevistas. Existe una correspondencia perfecta entre su actitud exterior y su yo interior, y si observamos bien, podemos, ahora y siempre, conocerle en su verdad. Revela toda la buena voluntad que posee, es decir, la medida en que se muestra accesible al mundo, lo que puede dar y recibir, la relación exacta que existe entre él y el resto de personas. 

(Rue de l'Odéon, de Adrienne Monnier. Traducción de Julia Osuna Aguilar. Gallo Nero, 2022).

Comentarios

(2)
  1. el enemigu del comerciu5/2/23, 1:06

    Es de suponer que, en nuestros días, Adrienne Monnier estaría cotizadísima como astuta asistente de ventas o responsable de marketing de cualquier opulenta corporación multinacional. Con su lenguaje edulcorado y sagaz fraseología celebra el acto de la compra elevándolo a la categoría de comunión del consumidor con el resto de sus semejantes. El arte de anunciar y publicitar, ya lo señalaba Huxley, no es sino la organización del esfuerzo por extender e intensificar los anhelos; algo que Monnier practica en el texto con una explosiva mezcla de denuedo, acierto y talento. Nada tiene de "conmovedor" y "profundo" el comercio de no mediar el vil metal entre comprador y vendedor; verdadero lubricante mágico que Adrienne muy conscientemente olvida mencionar y en el que reposa toda su fe comercial y raison d'être de su establecimiento. Lo mismo en "la maison des amis des livres" que en "les galeries Lafayette" pero a otra escala, aunque (trágica y tristemente) el objeto de su especulador negocio sean la cultura y los libros.

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  2. Jorge Ordaz6/2/23, 1:16

    En el caso de Monnier no puede hablarse solo de una mera "comerciante" de libros. Lo era, pero hacía algo que no hacían otras librerías. Su tienda era también un gabinete de lectura. Por un módico precio al mes te podías llevar libros como si fuese una biblioteca. En un tiempo donde no había tantas bibliotecas públicas como ahora, algo de mérito tiene.

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