Frontera fantasma
8 febrero 1967, Tarfaya.
Llegado aquí esta tarde después de un viaje de veinte horas en camión a través del desierto. ¡Qué belleza... que inmensidad!
Es un pueblo fantasma español situado en el cabo Juby en el límite de ninguna parte (la frontera teórica entre Marruecos y el Sáhara español). Dunas del arena del tamaño de un hombre obstaculizan la circulación en las calles (un asno extraviado, de vez en cuando). Edificaciones españolas en estado de decrepitud: pinturas desconchadas, cristales rotos, puertas entreabiertas golpeadas por el viento. Perros vagabundos devoran una marsopa muerta en la playa. Pero un sol resplandeciente, un mar magnífico. He ido a nadar hasta la Casa del Mar, una factoría comercial fortificada erigida por los británicos en el siglo XIX.
(John Hopkins, The Tangier Diaries 1962-1979, Gardners Books, 1997).
Aunque el escenario descrito en el extracto sea en su mayor parte manifiestamente desolador y más propio de una pesadilla distópica quizá cada vez más cercana, no deja de asombrarme la capacidad del autor para mostrarnos la magnificencia de los fenómenos de la naturaleza como las dunas del desierto, el mar o el sol entre las ruinas de una civilización que se hunde. Quién sabe, tal vez sea ése el tipo de enfoque redentor que precisen nuestras sociedades actuales.
ResponderEliminarSí, el baño en el mar frente a la desolación de la desértica tierra tiene algo de redentor...
ResponderEliminarEl encanto del Sahara y el misterio del pueblo español abandonado. Todo crea un ambiente magnificente en este párrafo. Y desolado.
ResponderEliminarTarfaya había sido el paso fronterizo a Saguia el Hamra, uno de los dos territorios (el otro era Río de Oro) en que hasta mediados de los años cincuenta se dividía el Sahara español. La guerra "no oficial" con Marruecos por el territorio de Ifni, que acabó perdiéndose, fue el principio del fin del colonialismo español en el África occidental.
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