Pequeña historia de un quinto premio
En 1967 escribí mi primer cuento, "De cuando Molinejos estuvo en Tomelloso", ambientado en tierras castellanas y protagonizado por un dómine de rasgos picarescos. El relato bebía de fuentes fácilmente identificables y estaba escrito en un lenguaje barroco que era el que solía usar por aquel entonces. Al año siguiente decidí probar suerte y enviarlo al II Concurso de Cuentos de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León.
Hubo suerte. A principios de noviembre recibí una carta certificada en la que se me comunicaba la concesión del quinto premio (aquel año se dieron seis). El premio llevaba aparejada una dotación económica de 3.000 pesetas. El jurado estaba constituido por el Javier Martín Artajo (por parte del Patronato de la Obra Cultural), Dámaso Santos, Emilio Salcedo, Antonio Pereira y Victoriano Crémer. El ganador fue Alfonso Martínez-Mena y el segundo premio se lo llevó Carlos Murciano. Otros galardonados fueron Antonio Gamoneda, Pedro A. Benavides y Luis Leicea.
Cobré el cheque y aguardé ilusionado la publicación de un volumen con la selección de cuentos premiados, de acuerdo con las bases del concurso. En abril de 1969 recibí los ejemplares. El envío iba acompañado de un saluda formal del Presidente del Patronato:
Y, efectivamente, mi cuento no aparecía por ningún lado. En el texto se pasaba, sin explicación alguna, del cuarto al sexto premio. En una de las solapas figuraba el listado de autores incluidos, pero mi nombre había sido tachado. Tampoco se hacía mención del acta del fallo del concurso.
Me quedé de piedra. La verdad es que nunca imaginé que la "censura" se cebara en mi cuento hasta el punto de suprimirlo del todo. Pero "alguien" debió pensar lo contrario.
Tras el disgusto vino la reacción. Opté por enviar otro de mis cuentos al mismo certamen. Lo que pasó se ha descrito en la entrada anterior.
P.S. No hubo un tercer envío. Dejé de concursar y me centré en la escritura de Diabolicón. Una vez terminado lo guardé en un archivador. Poco después, por motivos de trabajo, me trasladé a Oviedo. Volví a escribir, sin prisas, unos pocos relatos más. Finalmente decidí autopublicar una selección de seis de ellos, incluyendo los dos cuentos premiados en León. Se tituló Celebración de la impostura (Artes Gráficas Grossi, Oviedo, 1980). También fue mi primer libro, y el que habría de inaugurar otra etapa literaria).
Hubo suerte. A principios de noviembre recibí una carta certificada en la que se me comunicaba la concesión del quinto premio (aquel año se dieron seis). El premio llevaba aparejada una dotación económica de 3.000 pesetas. El jurado estaba constituido por el Javier Martín Artajo (por parte del Patronato de la Obra Cultural), Dámaso Santos, Emilio Salcedo, Antonio Pereira y Victoriano Crémer. El ganador fue Alfonso Martínez-Mena y el segundo premio se lo llevó Carlos Murciano. Otros galardonados fueron Antonio Gamoneda, Pedro A. Benavides y Luis Leicea.
Cobré el cheque y aguardé ilusionado la publicación de un volumen con la selección de cuentos premiados, de acuerdo con las bases del concurso. En abril de 1969 recibí los ejemplares. El envío iba acompañado de un saluda formal del Presidente del Patronato:
Y, efectivamente, mi cuento no aparecía por ningún lado. En el texto se pasaba, sin explicación alguna, del cuarto al sexto premio. En una de las solapas figuraba el listado de autores incluidos, pero mi nombre había sido tachado. Tampoco se hacía mención del acta del fallo del concurso.
Me quedé de piedra. La verdad es que nunca imaginé que la "censura" se cebara en mi cuento hasta el punto de suprimirlo del todo. Pero "alguien" debió pensar lo contrario.
Tras el disgusto vino la reacción. Opté por enviar otro de mis cuentos al mismo certamen. Lo que pasó se ha descrito en la entrada anterior.
P.S. No hubo un tercer envío. Dejé de concursar y me centré en la escritura de Diabolicón. Una vez terminado lo guardé en un archivador. Poco después, por motivos de trabajo, me trasladé a Oviedo. Volví a escribir, sin prisas, unos pocos relatos más. Finalmente decidí autopublicar una selección de seis de ellos, incluyendo los dos cuentos premiados en León. Se tituló Celebración de la impostura (Artes Gráficas Grossi, Oviedo, 1980). También fue mi primer libro, y el que habría de inaugurar otra etapa literaria).
Muy curiosa historia. Esta tarde echaré mano a mi ejemplar de la Celebración de la impostura para releerlo. Tengo curiosidad por conocer tus "pecadillos" de juventud (al menos así los consideró la censura, hasta el extremo de tacharte el nombre). ¡Qué tiempos!
ResponderEliminar¡Todavía guardas un ejemplar de mi "Celebración"! Pues allí, entre otros "pecadillos" literarios, está el relato eliminado. Si te animas a leerlo comprobarás los extremos de ridiculez a los que llegaba la censura por aquellos días. En fin...
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