El toro de fuego



El toro de fuego
(Ilustración de José Mª Iribarren)

Retablo de curiosidades (Zaragoza, 1940), del escritor y folklorista navarro José María Iribarren, es una "zambullida en el alma popular", llena de curiosas y eruditas referencias acerca de los usos y costumbres de su tierra natal. En el capítulo de "Capeas y corridas" señala algunas fiestas antiguas: "Leyendo a Ignacio Baleztena ("Premín de Iruña"), me enteré de que en los siglos XVII y XVIII el llamado toro de fuego era un toro de carne y hueso, aparejado con una manta toda erizada de cohetes, troneras y fuegos de artificio que construían los güeteros de Pamplona. Este toro infernal, que parecía salido de los antros de Plutón, era toreado por los mozos al final de la corrida de San Fermín, ya de noche."
Más adelante Iribarren se hace eco de una cita del sacerdote gascón Joseph Branet, que residió en Tudela durante el año 1797: "Branet consigna en sus Memorias que, el día de Santa Ana de aquel año, las Capuchinas y las monjas de la Enseñanza hicieron correr una ternera por el interior de sus conventos respectivos, de modo que no hubo comunión al día siguiente aun cuando era de regla." Y anota a pie de página: En la Enciclopedia Espasa (artículo TOROS) puede leerse que "con motivo de la canonización de Santa Teresa de Jesús, se corrieron toros dentro de la catedral de Palencia".
Algo hemos mejorado.

Comentarios

(2)
  1. Qué manía con atormentar a las bestias. Pues no sé si hemos adelantado mucho, pero al menos ya no descalabran desde campanarios ni ensartan antorchas en los cuernos.
    La cosa es que algunos no entienden la diversión popular si no se hiere un animal para la juerga.

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  2. Desgraciadamente, en aras de la "tradición", todavía se sigue maltratatando a los animales.

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