La domadora de pulgas

La domadora de pulgas
(Fotografía: Centelles)

Entre los prestigitadores, adivinos, etc., se halla una caseta de madera que, en vez de puertas, tiene grandes cortinas rojas. Unas escaleras la separan del suelo, como todo el conjunto de esa zona que se halla sobre una extensa tarima. Se levantan  las cortinas y aparece una mujer vestida con maillot; aunque frisará en los cuarenta y cinco años, tiene un aspecto seductor y su cuerpo una forma armoniosa y plena que empieza a parecer demasiado maciza. La semejanza de esa mujer con una walkyria, permite suponer que se tratará de una domadora de animales peligrosos, leones, panteras, osos... Sin embargo, no es así, y la dama del maillot amaestra pulgas. Estas, al conjuro de  su voz, surgen de una cajita de cartón; llevan vestidos de papel de seda de diferentes colores. Andan, saltan, arrastran carritos dorados hechos de la hoja metálica más etérea, incluso bailan. Y cada uno de esos insectos tiene nombre propio por el cual es llamado cuando se trata de ponerlo en escena y concentrar la atención sobre él.

(Juan Eduardo Cirlot, Ferias y atracciones, Eitorial Argos, Barcelona, 1950)

Comentarios

(4)
  1. Si esto es verdad...¡mátame camión!

    ResponderEliminar
  2. Parece fantasía ¿no? Pero así se vendía la atracción en las (antiguas) ferias.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué fácil era el público de antes! Ahora hay que hacer desaparecer un Boeing para que te presten atención.

    ResponderEliminar
  4. Cierto, Amaltea, la capacidad de asombro ha ido disminuyendo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario