Quitarse el muerto de encima
Disparaba a tontas y a locas, llevado por el ciego afán de salvarse matando, sin distinguir entre amigos y enemigos.
Las mortíferas piezas de plomo tatuaron el suelo.
Van Yale notó que el hombre que tenía encima se estremeció bruscamente, restregando su cara contra la suya y llenándole de pegajosa babosidad.
¡Era preciso detener a aquel loco!
Ladeóse ligeramente y levantó el revólver, disparando.
Tres segundos después el cuerpo del hombre que empuñaba el rifle efectuaba un ruido apagado al caer al suelo.
Van dio un respimgo de alivio y se desprendeió del muerto que reposaba sobre él. Después, mirando hacia todas direcciones, se alejó de allí.
(Al Sherman, 24 horas muriendo, Ediciones Ferma, 1962)
Imagino que miraba por inercia, si se lo había cargado a todos:)
ResponderEliminarSiempre genial. Gracias.
A saber qué pasaba por su mente. En este tipo de obras no pierde el tiempo en psicologías.
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