Abrazados a su propia muerte
Los batientes se abrieron con fuerza, apareciendo dos hombres de aspecto poco recomendable (...).
El primero de ellos bramó una pregunta.
- ¿Qué escorpión venenoso llamado Frank Ger ha llegado a este "saloon", después de asesinar a nuestro hermano?
Frank, que no había perdido de vista la puerta ni un solo momento, respondió desdeñosamente:
-Yo soy Frank Ger. Y el único veneno que poseo, para "perros", está en la boca de mis revólveres.
Los dos facinerosos se volvieron como mordidos por un áspid, drigiendo sus ojos hacia el hombre que acababa de insultarles.
-¡Te descuartizaremos, chacal!
-A ver cómo.
Los dos Clayton llevaron las manos a sus revólveres.
Demostraron ser dos hombres rápidos, habituados al uso de las armas.
Pero Frank hubiera podido enseñarles mucho. Había pólvora en su mano y... veneno en sus disparos.
Le bastaron dos.
Los dos forajidos quedaron frenados en su propósito por aquellos diminutos aunque mortíferos plomos.
Se abrió un caño en sus rostros, justo en medio de las cejas, y se doblaron como dos peleles de trapo, hasta rebotar en el suelo, donde quedaron completamente inmóviles, abrazados a su propia muerte.
(Bernard Lee, La Jauría. Ediciones Toray, 1968)
Al final voy a buscar estas novelas, imagino que no serán fácil encontrarlas.
ResponderEliminarY me gustaría que me aconsejaras uno de tus libros. Espero no ponerte en apuros.
Gracias
En cualquiera de las novelas de quiosco raro es que no se encuentre una frase o una escena que llame la atención.
ResponderEliminarEn cuanto a aconsejarte la lectura de alguno de mis libros puedes probar con "Las confesiones de un bibliófago", que ha sido reeditada el año pasado. Gracias y suerte.