Jamones y jamonas


A pie, me introduje por la calle Escudillers. Era de noche y brillaban las luces de reclamo de los establecimientos a un lado y otro de la calzada.
    Las estrechas aceras obligaban a caminar por el asfalto para no tropezar con los que venían en dirección contraria.
    Me detuve ante el Tequila, un bar donde se podían encontrar muchas cosas de las que buscan los solitarios y los insatisfechos.
    (...)
    Me acodé en la larga barra, casi al fondo del local. Había mucho humo y olía a humanidad, a tabaco y a otras cosas de difícil clasificación.
    -¿Me das fuego? -me preguntó una voz de mujer.
    Me volví y vi a una rubia teñida con ojos excesivamente pintados, labios cargados de rouge y un aire de cansancio que en vano trataba de disimular con una sonrisa forzada.
    Le encendí el cigarrillo y pregunté:
    -¿Está la Dolly?
    Puso un gesto de asco y miró en derredor.
    -Debe de estar con algún amigo.
   -¿Cliente?
    ¿No te voy mejor yo? Quizá tú mismo te sorprendas de las posibilidades de tu grúa.

(Ralph Barby, Perfume a jamón. Colección "Punto Rojo", Editorial Bruguera, 1985)
 

Comentarios

(2)
  1. Qué brillantes son estos personajes, da gusto pensarlos.

    Gracias Jorge

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  2. Ralph Barby (en realidad Rafael Barberán) es de la escuela de González Ledesma. Bebieron de las mismas fuentes.

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