Queridos libros
Eugene Field (1850-1895)
Muy pocas personas parecen darse cuenta de que los libros tienen sentimientos. Pero si algo sé con total certeza es esto: que mis libros me conocen y me aman. Cuando por la mañana me despierto y recorro con la mirada la habitación para ver cómo están mis amados tesoros, y cuando con alegría les digo: "¡Buenos días tengáis, mis queridos amigos!", con cuánto amor me miran, y qué contentos están de que mi descanso no haya sido perturbado. Cuando tomo alguno en mis manos, ¡con qué ternura responden a mi caricia y con qué alegría responden a mi pertición de consuelo!
Risa para mis momentos más alegres, distracción para mis preocupaciones, consuelo para mis pesares, charla ociosa para mis momentos de mayor pereza, lágrimas para mis penas, consejo para mis dudas, y seguridad contra mis miedos. Todo esto me dan mis libros, con una prontitud y una certeza y una alegría que son más que humanas. Por eso yo no sería humano si no amara a estos amigos y no sintiera eterna gratitud hacia ellos.
(Eugene Field, Los amores de un bibliómano. Traducción de Ángeles de los Santos. Editorial Periférica, 2013)
Y dormir con ellos donde en esas noches de insomnios, llegan a relajarnos y despertar con ellos en un lado de nuestra cama.
ResponderEliminarEn efecto: Fieles compañeros.
ResponderEliminarYo no lo hubiera descrito mejor. La verdad es que los libros y sobre todo su contenido, son una parte importante de mi vida. Vivan los libros!
ResponderEliminarY que sigan, Airin.
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