Primera noche: detalles
Alfred Hayes (1911-1985)
Siempre dije que recordaba cada detalle de la primera noche que pasamos juntos: recordaba, por ejemplo, que nevaba, que el taxímetro, coronado por un resplandor asmarillo, hacía ruido a medida que bajaban las fichas, y que ella se sentía excitada dentro del auto calefaccionado, con su mano en la mía, pero también triste, triste en su interior, como cuando te gusta un hombre, sabes que va a pasar algo con él y lo decidiste incluso antes de que pase, como para que él no tenga que pedirlo; es algo (agregó ella, explicando cómo se siente una mujer en una situación tan representativa) que tú sientes y él siente, una tensión placentera entre ambos, una tirantez sedosa, mientras esperas llegar a alguna parte, su departamento o el propio o la habitación de una amiga o un hotel o incluso una ruta de campo desierta, de manera que te hundes en un trance de expectativa, algo delicioso que, de algún modo, también es triste y, a causa de la tristeza, te sientes presente y ausente, dentro del taxi tomada de la mano y en absoluto dentro del taxi tomada de la mano.
Mientras tanto, la piel de su abrigo perdía pelo.
(Alfred Hayes, Los enamorados, La Bestia Equilátera, Buenos Aires, 2013. Traducción de Martín Schifino)
Las Confesiones... tiene toda la pinta de ser una novela sabrosa y nutritiva.
ResponderEliminarEste comentario va para la entrada anterior.
Para esta, pues que no conocía al autor. Habrá que sacar tiempo para leerlo.En todo caso, va a parar a la lista de aspirantes a ser leídos.
Saludos
Me alegro de haber suscitado tu "apetito" lector.
ResponderEliminarSaludos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDelicioso título y texto para los sentidos.
ResponderEliminarGracias Jorge, siempre tan ameno.
Lo siento, salieron repetidos los comentarios.
ResponderEliminarGracias a ti, L.N.J.
ResponderEliminar