La chica de la escayola
Fotograma de La escapada (1962), de Dino Risi
El segundo gran estímulo procedió de La escapada, otro título exaltado a las alturas de las máximas audacias de la voluptuosidad por mis compañeros de pizarra y pupitre y al que yo, como si no supiera de las eficacias tijeriles de la censura, atribuí delicias pecaminosas, sobre todo cada vez que -o sea, todas las tardes al salir de clase- me pasaba por la fachada del cine Elíseos para contemplar un cuadro en el que se veía a varios jóvenes bailando el twist, entre ellos una muchacha en bikini y con una pierna escayolada: esa escayola me turbó hasta la asfixia.
(José María Conget, "Mi vida en los cines", en La mujer que vigila los Vermeer, Editorial Pre-Textos, 2013)
Esa evocación de la escayola -la pierna de la chica- tiene una salero digno de un monólogo de Gila. Menos mal que no pasaba por una ortopedia, con sus anuncios de fajas, muletas y variedades mil de prótesis.
ResponderEliminarEn fin, la pulsión sexual tiene caminos misteriosos y algunas veces cómicos.
Los actores, el guión, los paisajes son maravillosos. Me declaro tifoso de esta película y si hubiera un club de fans me presentaría a presidente. En italiano se titula "Il sorpasso" que podría traducirse por "El adelantamiento".
ResponderEliminarAmaltea: Mi amigo Conget, yo mismo, como tantos de nuestra generación nos iniciamos en los cines y con el cine, pulsiones sexuales incluidas. Con sus fantasías, que ahora nos parecen cómicas, y sus fetichismos. Era lo que había.
ResponderEliminarSaludos.
Francisco: Si algún día te animas a fundar la asociación de amigos de La escapada, resérvame una plaza. Es también una de mis películas favoritas.
ResponderEliminarSaludos.