Vastas montañas de libros
Thomas Wolfe (1900-1938)
En la universidad me paseaba por la gran biblioteca hasta altas horas de la noche, sacando libros de las mil estanterías y leyéndolos todos como un poseso. La sola idea de estas vastas montañas de libros me volvía loco; cuanto más leía, menos parecía saber; cuantos más libros leía, mayor me parecía el número, cada vez más inconmensurable, de libros que nunca llegaría a leer. En un período de diez años leí al menos veinte mil volúmenes (he rebajado deliberadamente la cifra) y recorrí al vuelo las páginas de una cantidad muchas veces superior. Si esto parece inverosímil, lo lamento, pero fue así. A la larga, toda esta terrible orgía de libros no me reportó ningún confort, ni paz, ni sabiduría para la mente o el corazón. Al contrario, mi furia y desesperación aumentaron, alimentándose de sí mismas; mi hambre aumentó sin tregua y su alimento sólo la hizo crecer y crecer.
(Thomas Wolfe, Una puerta que nunca encontré, Editorial Periférica, 2012. Traducción de Juan Sebastián Cárdenas)
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