Mary Austin
Un aspecto de San Francisco después del terremoto de 1906.
Mary Austin (1868-1934) tenía dieciocho años cuando llegó a California acompañando a su familia, procedente de Illinois. Fue miembro de la colonia artística de Carmel y más tarde se trasladó a Santa Fe, Nuevo México, para estudiar la costumbres de los indios. En 1903 publicó The Land of Little Rain, libro que dio a conocer a muchos americanos las bellezas del desierto de Mojave. A partir de entonces Mary Austin se dedicaría a escribir en periódicos y a publicar libros de amplio espectro pero con temas en común: el paisaje del Oeste americano, la relación entre el individuo y la tierra, y su posición en una sociedad cada vez más mecanizada. Sus reivindicativos puntos de vista la han convertido en una pionera en aspectos de carácter social y feminista. También escribió novelas, relatos y poemas. Dos años antes de morir publicó su autobiografía Earth Horizon.
Cuando el 18 de abril de 1906 la falla de San Andrés liberó de repente una enorme cantidad de energía dando lugar a un seísmo de una magnitud estimada de 7.8 en la escala de Richter, Mary Austin, conmocionada como el resto de los ciudadanos, cogió la pluma y se dispuso a darnos su particular visión del catrastrófico evento. Describió el terremoto, el posterior incendio y las fatales consecuencias de una forma clara y objetiva, sin escatimar detalles, pero con un evidente sentido de la solidaridad y la comprensión hacia los miles de damnificados.
El texto fue incluido al año siguiente en un libro colectivo titulado The California Earthquake, editado por David Starr Jordan. La crónica de Austin se titula "The Temblor", y finaliza con estas palabras: "Lo que distingue la experiencia personal de la destrucción de la gran ciudad de todos los demás desastres, es la aguda apreciación de la pervivencia del espíritu de los vivos."Estas palabras valen tanto para San Francisco como para Puerto Príncipe.
El texto fue incluido al año siguiente en un libro colectivo titulado The California Earthquake, editado por David Starr Jordan. La crónica de Austin se titula "The Temblor", y finaliza con estas palabras: "Lo que distingue la experiencia personal de la destrucción de la gran ciudad de todos los demás desastres, es la aguda apreciación de la pervivencia del espíritu de los vivos."Estas palabras valen tanto para San Francisco como para Puerto Príncipe.
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