Melville
La primera visita de Charles Lyell a Estados Unidos tuvo lugar en 1841 y duró varios meses. El geólogo escocés, elevado a la fama por sus Principles of Geology, recorrió el país visitando algunos puntos de interés geológico, tales como las cataratas del Niágara o los yacimientos de carbón de Pennsylvania. Vio la edición bostoniana de sus Elements of Geology y dictó conferencias ante un numerosísimo público. Lyell volvería a Estados Unidos en 1845, siendo de nuevo agasajado por las elites científicas y aclamado por un público ávido de conocimientos geológicos. Un ejemplo: en una conferencia en el teatro Odeon de Boston entraron 2.300 personas -todo el aforo- y aún se quedó gente fuera.
Es probable que, a su paso por Nueva York, asistiera a alguna de sus conferencias Herman Melville. Lo cierto es que no se suele pensar en el autor de Moby Dick cuando se trata de citar a escritores interesados por la geología. Sin embargo, referencias geológicas salpican de vez en cuando sus obras. En su poema narrativo Clarel (bastante tedioso, todo hay que decirlo), uno de los personajes, Margoth, es un judío geólogo y materialista; y en Las Encantadas, hay apuntes sobre la geología de las Galápagos. Pero tal vez sea en la novela Mardi (1849) donde se aprecia más la influencia de la lectura de Lyell. Aquí un filósofo parlanchín llamado Babbalanja ofrece una explicación para el volcanismo de su isla: “En los primeros tiempos el crisol estaba cargado con vapores nebulosos, hirviendo sobre fuegos volcánicos. Con el tiempo, el fluido se espesó; dejando caer, a grandes intervalos, pesados sedimentos al fondo; los cuales cuajaron lecho a lecho, y al final, se elevaron cual corteza hasta la superficie. Entonces el vasto volcán estalló…”
Es probable que, a su paso por Nueva York, asistiera a alguna de sus conferencias Herman Melville. Lo cierto es que no se suele pensar en el autor de Moby Dick cuando se trata de citar a escritores interesados por la geología. Sin embargo, referencias geológicas salpican de vez en cuando sus obras. En su poema narrativo Clarel (bastante tedioso, todo hay que decirlo), uno de los personajes, Margoth, es un judío geólogo y materialista; y en Las Encantadas, hay apuntes sobre la geología de las Galápagos. Pero tal vez sea en la novela Mardi (1849) donde se aprecia más la influencia de la lectura de Lyell. Aquí un filósofo parlanchín llamado Babbalanja ofrece una explicación para el volcanismo de su isla: “En los primeros tiempos el crisol estaba cargado con vapores nebulosos, hirviendo sobre fuegos volcánicos. Con el tiempo, el fluido se espesó; dejando caer, a grandes intervalos, pesados sedimentos al fondo; los cuales cuajaron lecho a lecho, y al final, se elevaron cual corteza hasta la superficie. Entonces el vasto volcán estalló…”
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