Valero de Urría
Hoy hace cien años moría don Rafael Zamora y Pérez de Urría, marqués de Valero de Urría. Hombre polifacético, el marqués fue un personaje de lo más singular en la levítica Oviedo de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Había nacido en París, en 1861, y siempre conservó una querencia por lo francés. Fue escritor, traductor, colaborador de la prensa local, compositor de música, primer presidente de la Sociedad Filarmónica de Oviedo, conferenciante en los programas de Extensión Universitaria y director de la Escuela de Artes y Oficios. Solía ir atildado y vestido como un dandy, y en las tertulias se hacía notar. Según cuenta Ignacio Gracia Noriega, era fama que el marqués se cepillaba una botella de coñac todas las tardes y se quedaba tan fresco, lo que hizo exclamar, admirándose, al prócer don Policarpo Herrero: “¡Qué barbaridad! ¡Con lo caro que está el coñac!”
De entre su escasa obra literaria destaca un curiosísimo libro de relatos, de “peregrino humor” (Azorín dixit), publicado en Oviedo en 1906. Su título completo es: Crímenes literarios y meras tentativas escriturales y delictuosas, perpetrados por el profesor D. Iscariotes Val de Ur, catedrático de Paleografía, Criptología y Zoophonía en la Universidad de Polanes, publicados, cementados (sic) y precedidos de una biografía del mismo por Rafael Urdeval, telarañista, su discípulo y albacea.” Sigue luego una página con el lema Signum Sceleris, y un dibujo que representa un libro abierto atravesado por un cuchillo. La dedicatoria, de Rafael Urdeval, dice así: “A mi docto y respetable amigo el señor Marqués de Valero de Urría, bachiller en Letras por la Sorbona, licenciado en ambos derechos por la Salmanticense, traductor eximio de la divina Ilíada y despreciador indulgente de la especie humana”. Uno de los “crímenes literarios” se titula “Dogmas éticos, séase morales, o más claro anoopneumatológicos-telematoscópicos, predicados por un Can lleno de experiencia en un Concilio de Zoarios”. De haber sido francés, los surrealistas lo hubieran hecho suyo.
De entre su escasa obra literaria destaca un curiosísimo libro de relatos, de “peregrino humor” (Azorín dixit), publicado en Oviedo en 1906. Su título completo es: Crímenes literarios y meras tentativas escriturales y delictuosas, perpetrados por el profesor D. Iscariotes Val de Ur, catedrático de Paleografía, Criptología y Zoophonía en la Universidad de Polanes, publicados, cementados (sic) y precedidos de una biografía del mismo por Rafael Urdeval, telarañista, su discípulo y albacea.” Sigue luego una página con el lema Signum Sceleris, y un dibujo que representa un libro abierto atravesado por un cuchillo. La dedicatoria, de Rafael Urdeval, dice así: “A mi docto y respetable amigo el señor Marqués de Valero de Urría, bachiller en Letras por la Sorbona, licenciado en ambos derechos por la Salmanticense, traductor eximio de la divina Ilíada y despreciador indulgente de la especie humana”. Uno de los “crímenes literarios” se titula “Dogmas éticos, séase morales, o más claro anoopneumatológicos-telematoscópicos, predicados por un Can lleno de experiencia en un Concilio de Zoarios”. De haber sido francés, los surrealistas lo hubieran hecho suyo.
Curioso personaje, y genial semblanza.
ResponderEliminarGracias, conde-duque.
ResponderEliminarUn abrazo.
Del libro: "Y asimismo le nombro porque es telarañista, esto es propagandista y adepto de una ciencia enmarañada y superfetativa, cuyas afinidades con mi predilecta Paleographía nadie podrá negar, si considera que consiste´-descartando ya todo el industrial desprestigio-en desenredar, cortar y pesar los hilos y encaje arachnideos contenidos en un espacio determinado, y en supurar, por añadidura, la cantidad de polvo, mosquitos, ácaros y piojillos presos en la urdimbre; después de lo cual todo telarañista deja mostrado con evidencia el candor de sus facultades, y su relativa competencia para cumplir instrucciones ajenas y posteras". A veces uno se tropieza con libros que intuye que jamás volverán a reeditarse. Y libros mucho más insignificantes tienen una segunda juventud. ¿Tendría lectores hoy este libro? Pero. ¿los tuvo entonces? Hace un tiempo me tropecé con libro de cuentos-ensayos del famoso Dorio de Gadex ¿Valdríá la pensa recuperarlo? ¿Porque Alejandro Sawa si y Dorio de Gadex no?.
ResponderEliminarDavid M.V