Dos poemas de Vicent Andrés Estellés
Hay el arado, amarillento, con un amarillo de hueso
y hay el cráneo del asno entre la broza tierna
y hay una lejanía de sábanas secándose:
hay una barca en la arena, hay otras cosas, Françoise.
Hay huellas también, espaciadas y graves,
hay la señal de unas nalgas alegres y pequeñas,
y la soledad, Françoise, más soledad todavía.
Hay también la cama metálica, hay la habitación
por horas, hay la virgen con unos ojos grandes por el pánico,
y desnuda, en un rincón, viendo avanzar al hombre:
hay la virtud, Françoise, y la virginidad,
y el invierno, en la playa, y hay los cristales, sucios,
y hay las sábanas grasientas, rasgadas con las uñas,
y hay los barcos, Françoise, con nombres prestigiosos,
en el agua lenta y triste y oleaginosa del puerto.
Hay dos barcos daneses cargando mandarina.
Voy haciendo el triste catálogo, mi nocturno catálogo
de estupros, de adulterios, de violaciones,
entre el crujir de las camas y el crujir de los ataúdes,
la agitación de la pluma sobre el papel gordísimo,
y la agitación de los platos, las cucharas, los váteres,
los cadáveres que están deshaciéndose en la bodega.
Hay el huésped que se ha muerto y no se sabe de dónde es,
y hay el huésped que espera que llegue un telegrama,
como hay el huésped que escucha el coito de un matrimonio
y hay el huésped, cortés, que no habla con nadie.
Pero yo debo escribir, en el libro más grande
y con la letra más clara, pequeña e incisiva,
mientras una pobre joven muerde una colcha,
mientras una pobre viuda se lo lava en un bidé,
mientras el pobre poeta escribe versos indignos,
mientras al pobre hombre rico le viene un dolor de estómago,
mientras las pobres gentes van haciendo las pobres cosas
y el mendigo se pellizca tiernamente las ladillas,
humildes, de un color de miel delicadísimo,
y amablemente las deja en su mano abierta.
(Traducción: J.O. L'Hotel París, de Vicent Andrés Estellés, 1973)
y hay el cráneo del asno entre la broza tierna
y hay una lejanía de sábanas secándose:
hay una barca en la arena, hay otras cosas, Françoise.
Hay huellas también, espaciadas y graves,
hay la señal de unas nalgas alegres y pequeñas,
y la soledad, Françoise, más soledad todavía.
Hay también la cama metálica, hay la habitación
por horas, hay la virgen con unos ojos grandes por el pánico,
y desnuda, en un rincón, viendo avanzar al hombre:
hay la virtud, Françoise, y la virginidad,
y el invierno, en la playa, y hay los cristales, sucios,
y hay las sábanas grasientas, rasgadas con las uñas,
y hay los barcos, Françoise, con nombres prestigiosos,
en el agua lenta y triste y oleaginosa del puerto.
Hay dos barcos daneses cargando mandarina.
Voy haciendo el triste catálogo, mi nocturno catálogo
de estupros, de adulterios, de violaciones,
entre el crujir de las camas y el crujir de los ataúdes,
la agitación de la pluma sobre el papel gordísimo,
y la agitación de los platos, las cucharas, los váteres,
los cadáveres que están deshaciéndose en la bodega.
Hay el huésped que se ha muerto y no se sabe de dónde es,
y hay el huésped que espera que llegue un telegrama,
como hay el huésped que escucha el coito de un matrimonio
y hay el huésped, cortés, que no habla con nadie.
Pero yo debo escribir, en el libro más grande
y con la letra más clara, pequeña e incisiva,
mientras una pobre joven muerde una colcha,
mientras una pobre viuda se lo lava en un bidé,
mientras el pobre poeta escribe versos indignos,
mientras al pobre hombre rico le viene un dolor de estómago,
mientras las pobres gentes van haciendo las pobres cosas
y el mendigo se pellizca tiernamente las ladillas,
humildes, de un color de miel delicadísimo,
y amablemente las deja en su mano abierta.
(Traducción: J.O. L'Hotel París, de Vicent Andrés Estellés, 1973)
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