Del estilo
La semana pasada mi amigo y admirado Francisco García Pérez cometió, en su artículo semanal de "La Nueva España", un pequeño desliz al atribuir la frase "el estilo es el hombre" a Bossuet. No tiene importancia; pero a cada cual, lo suyo. La frase en cuestión hay que adjudicársela a Buffon, si bien lo que dijo exactamente, dentro de un contexto determinado, fue "el estilo es el hombre mismo".
En efecto, Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon -uno de los más célebres naturalistas del siglo XVIII, de quien por cierto se cumple este año el bicentenario de su nacimiento- disertó sobre el estilo en su discurso de ingreso en la Academia Francesa, en 1753. En un momento dado del mismo, dice lo siguiente (utilizo la traducción de Alí Chumacero en Discurso sobre el estilo, Universidad Nacional Autónoma de México, 2003):
"Las obras bien escritas serán las únicas que pasarán a la posteridad: el caudal de los conocimientos, la singularidad de los hechos, la novedad misma de los descubrimientos, no son garantía segura de inmortalidad. Si las obras que los contienen no tratan sino de nimiedades, si están escritas sin gusto, sin nobleza y sin talento, perecerán, porque los conocimientos, los hechos y los descubrimientos se arrebatan fácilmente, se tranfieren e incluso mejoran cuando son empleados por manos más hábiles. Éstos son exteriores al hombre; en cambio, el estilo es el hombre mismo".
En efecto, Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon -uno de los más célebres naturalistas del siglo XVIII, de quien por cierto se cumple este año el bicentenario de su nacimiento- disertó sobre el estilo en su discurso de ingreso en la Academia Francesa, en 1753. En un momento dado del mismo, dice lo siguiente (utilizo la traducción de Alí Chumacero en Discurso sobre el estilo, Universidad Nacional Autónoma de México, 2003):
"Las obras bien escritas serán las únicas que pasarán a la posteridad: el caudal de los conocimientos, la singularidad de los hechos, la novedad misma de los descubrimientos, no son garantía segura de inmortalidad. Si las obras que los contienen no tratan sino de nimiedades, si están escritas sin gusto, sin nobleza y sin talento, perecerán, porque los conocimientos, los hechos y los descubrimientos se arrebatan fácilmente, se tranfieren e incluso mejoran cuando son empleados por manos más hábiles. Éstos son exteriores al hombre; en cambio, el estilo es el hombre mismo".
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