De la felicidad pública

Hombre que no trabaja, es hombre muerto para el estado. Socorrer al pobre robusto, sin precisarle al trabajo, es contribuir a su ruina, y aún a la del estado.

(Pedro Díaz de Valdés, obispo de Barcelona, en El padre de su pueblo o medios para hacer temporalmente felices a los pueblos, con el auxilio de los señores párrocos, Barcelona, 1806).

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