Pure noir (III)

Aunque en nuestra mente asociamos todo lo que induce al miedo, tal vez con razón, a lo osuro y a lo tenebroso, a lo disonante y a lo desabrido -los golpes sin piedad, los hedores de la podredumbre-, las experiencias más terribles se dan a menudo desprovistas de estas propiedades melodramáticas. Las palabras "te quiero", pronunciadas en una terraza que baña el sol en un día jubiloso, bien pueden cimentar una traición. La distraída gratificación de un impulso, concebido en pleno éxtasis de los sentidos, puede encerrar el amargo fruto de la desgracia.

(Palabras preliminares de El final de Philip Banter (1947), de John Franklin Bardin).

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