Rubia furia
La monstruosa forma negra avanzó y, de pronto, un resplandor escapó desde dentro de su capa.
Tom vio brillar una especie de delgada hoz.
Un sordo grito, un gorgoteo atroz y la cabeza de Thursham se inclinó sobre un hombro dejando escapar un torrente de sangre.
La rubia furia se lanzó sobre el cuerpo palpitante y se puso a hurgar en la atroz herida.
-¡Sangre! ¡Sangre, imbécil! ¡Toda la humanidad está llena de imbéciles! ¡Necesito sangre de todos! -aulló.
(Jean Ray, El jardín de las furias. Traducción de Alfonso Sastre y Eva Forest, Ediciones Júcar, 1972).

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