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Libros imaginados


Cervantes decía, con respecto a su obra, que también había que admirarlo por lo que no había escrito. Esta declaración encierra, en sí misma, la idea completa de una contra literatura, una literatura hueca, implícita, robada por la simple razón de no haberse producido nunca. Frente a los miles de volúmenes que pueblan los estantes den las bibliotecas hasta alcanzar cifras de vértigo, una obra es también aquello que no podrá ejecutarse sobre el papel: los fracasos, los tanteos, los arrepentimientos, los proyectos, los fantasmas, el ideal que contiene en sí misma; todo lo cual llena, más que páginas, vidas enteras. Así, hay libros que nos contentamos con imaginar: el Traité du dandysme prometido por Baudelaire; las seis Célestes, réplicas de las seis Diabólicas de Barbey d'Aurevilly; el Trosième Faust que planearon Breton y Aragon, en incluso la novela Vita Nuova de Roland Barthes, de la que solo conocemos las primeras ocho páginas; y algunos autores se han ganado el título de "escritores de libros no escritos": Jacques Rigault, cercano a Dada, cuyos Papiers posthumes componen, mal que bien, un volumen, no superó la parálisis de la creación -"¡Hace tanto tiempo que ansío hacer alguna cosa! No hay nada que hacer; no hay nada que hacer"- .

(Aurélie Noury, Cómo no he escrito ninguno de mis libros. Traducción de Blanca Gago. greylock, 2023).

Comentarios

  1. Publicar tu propio libro es un logro extraordinario. Es dar vida a tus palabras, compartir tu visión con el mundo y dejar una huella eterna en la literatura. ¡Sé valiente y comparte tu historia!

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  2. Jorge Ordaz3/8/23, 12:53

    La finalidad de la literatura es compartirla. Si no, no tiene sentido.

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