El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí. En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra
De ser necesario clasificar, encasillar o catalogar; con todo lo brumoso e incierto que tienen todas estas acciones, me agradaría pensar en mi persona en esos términos y me atrevo a afirmar que el mundo sería un lugar cuanto menos un poco más equilibrado de existir una mayor cantidad de seres humanos que compartieran esa forma de pensar.
ResponderEliminarHay que pensar que así sería. Porque un mundo en el que todos quisiesen mandar y otro en el que no mandase nadie, ambos serían inviables.
ResponderEliminarNo recuerdo haber visto la peli. Sospecho que el contexto permitirá valorar esa afirmación sobre mandar y obedecer. Si el plan era fugarse con Ava Gardner para escapar con ella de tal o cual situación o jerarquía, no puedo sino aplaudirla.
ResponderEliminarEn la película, esto salta a la vista.
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