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Ojos de sal


 

Pero vivimos en "una época de indigencia" -Heidegger dixit-, en una época de "indigencia y oscuridad" -ahora es Wittgenstein-. No se referían exactamente a nuestros días, pero nuestros días sí parecen empeñados en que así sea. No hay época sin sus indigencias y sus oscuridades, es cierto, en parte específicas y en parte las de siempre, y a cada época le toca pechar con unas y otras. La mayoría de ellas, sin embargo, acaba no echando mano para ello sino de una última baza: su propia destrucción, la ola arrasadora de estupidez y maldad que deja cada vez chiquita a cualquier otra destrucción anterior. No hay más que volver la vista, como debiéramos hacer y no hacemos, a nuestro siglo anterior, el más sangriento de los siglos, el más oscuro en su esplendor, el más indigente en su riqueza. Aunque puede que nos hayamos vuelto ya estatuas de sal, estatuas de sal pero al revés, por no volver ahora suficientemente la vista atrás. Una sociedad de estatuas de sal, una sociedad de ojos de sal.

(J. Á. González Sainz, La vida pequeña. El arte de la fuga. Anagrama, 2021).   

Comentarios

  1. El corazón en llamas3/11/21, 20:35

    Resulta alentador que en esta desbocada posmodernidad líquida que habitamos aún surjan voces críticas de este calibre y calado advirtiéndonos acerca de nuestra posible próxima extinción e instándonos a reflexionar sobre nuestros errores pasados para afrontar el futuro en otras condiciones. Este mundo agotador, sometido al vértigo dictatorial de la inmediatez y que parece girar en contra de la gente y la vida encuentra una descripción magistral en "oscuro en su esplendor e indigente en su riqueza". Enrique Santos Discépolo en su tango "Cambalache" retrata el sXX sin tanta solemnidad pero en toda su crudeza.

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    1. González Sáinz, al que tuvo la suerte de conocer en Oviedo hace algunos años, me parece uno de los escritores más lúcidos con los que contamos hoy en día. Por desgracia, aún es poco conocido por el gran público, pese a su ya larga carrera literaria.

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  2. Por un instante me ha parecido leer (hora tardía, ojos fatigados) que vivimos en una época de inteligencia. Me sorprendía, pero, en fin... Inmediatamente he advertido mi error: era indigencia.
    Tiendo a coincidir en que todas la épocas están dotadas con indigencias y oscuridades. No veo, en cambio, que la mayoría de épocas resuelvan su enfrentamiento a esas circunstancias mediante una destrucción mayor que cualquier otra destrucción anterior. Que el siglo XX fue tremendo lo suscribo. Que exista una especie de progresión histórica en la destrucción no lo percibo, pero ¡quién sabe si las horribles hazañas del XX serán superadas en el XXI!
    Saludos.

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    1. No creo yo tampoco que exista una progresión histórica en cuanto a indigencia y destrucción. Todas las épocas tienen sus luces y sus sombras. Lo que sí me parece probable es que haya épocas que sean más conscientes que otras de los desastres ocasionados.

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