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Más sobre los basaltos de Velilla

El manual de Historia Natural, publicado en 1943 por la Editorial Luis Vives, de Zaragoza, contiene de entrada algunas sorpresas. Lo primero que uno encuentra nada más abrir el libro es esto:

 


 

Una foto a toda página de una estatua ecuestre del Generalísimo Franco. Si pasamos página, ¿a quién nos encontramos?

 


 

Pues sí, al inseparable (en aquellos tiempos) José Antonio Primo de Rivera, más conocido por José Antonio a secas. 

Y uno se pregunta qué tienen que ver estos dos personajes con un libro de Bachillerato de Historia Natural. Pues nada, pero toda ocasión era buena para recordar al sufrido alumnado quiénes habían promovido el Alzamiento Nacional y ganado la Guerra. (Habría que precisar, por otro lado, que todas las aulas de las escuelas e institutos de aquellos años exhibían también en la pared, encima de la pizarra, sendos retratos de los dos personajes, separados por un crucifijo.)

 

 
 

Pero volvamos a lo que nos interesa. ¿Y de los misteriosos basaltos en el río Velilla (Perú), acerca de los cuales divagué en un par de entradas anteriores (4 y 10 de enero de 2021), qué hay de nuevo? Pues en el libro aparecen dibujados en la Lámina II, entre las páginas 40 y 41. Pero no tiene nada que ver con la vistosa  ilustración en color de la edición de Ciencias Naturales (1960) de 5º Curso que me tocó estudiar. En esta edición de 1943 la lámina es en tonos grises, desvaídos, muy acorde con los sombríos tiempos de postguerra. Hay otra diferencia. No hay alusión a las columnas de basalto de Velilla (en realidad Velille) dentro del apartado "Litología" (rocas efusivas o volcánicas), como sí la había en la edición de 1960.

 


 

Aunque si de láminas hablamos, la más sorprendente y alucinante, digna de una especie de furor expresionista simbólico-abstracto, por llamarlo de alguna manera, es la Lámina I, que trata de reproducir los potentes chorros del Geiser (sic) llamado "La Gruta" en el Parque Nacional de los Estados Unidos (sic) (se entiende que es el de Yellowstone). No sé quién fue el autor de dicha ilustración, pero desde luego era un artista con una imaginación desbordada.       


Comentarios

  1. La impregnación política e ideológica de aquellos tiempos era fuerte, muy fuerte. Yo no me atrevo a descartar que en ese punto se parezcan a los tiempos actuales si bien, en el hipotético caso de que suceda tal cosa, sería difícil negar que ahora la propaganda es a todo color, rica en imagen y sonido, transmitida por medios muy superiores. Más chula, en definitiva.
    En cuanto a los magnificentes chorros del géiser, aunque probablemente se deban a la fértil imaginación del dibujante, tampoco podemos descartar que ahora tengan menos agua y haya menos chorros debido al cambio climático.

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  2. Por lo que he podido consultar, este géiser de Yellowstone sigue funcionando. Lo que no sé es si sus chorros se han debilitado con el cambio climático. Puede ser.

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  3. Recuerdo que la imagen del dictador también figuraba en lugar preferente en el colegio de monjas, aunque ya no cuando fui al instituto. El culto a la imagen del jefe supremo es lo distintivo de los regímenes cerrados, dictatoriales y totalitarios. Crucemos los dedos para que no se repita la historia, aunque los tiempos andan hoy muy revueltos. En cuanto a la ilustración, parece más bien la coreografía acuática de las fuentes de Montjuïc.

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  4. Hay ciertas imágenes de la niñez que mejor borrarlas de la mente. (En realidad hace ya tiempo que las he "borrado", pero ciertos recuerdos del pasado siempre acaban volviendo a la mente: leyendo un libro, viendo una película, una foto...). En cuanto al dibujo del géiser, es verdad que parece un boceto para una de las fuentes multicolores de Carles Buïgas.

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