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Una historia natural de Europa (y un recuerdo personal)


 

Europa: Una historia natural (Biblioteca Nueva, 2019, traducción de Luis Carlos Fuentes Ávila) es una obra del científico y divulgador australiano Tim Flannery que repasa, en cuatrocientas densas páginas, la historia geológica y evolución biológica del continente europeo, desde hace unos 100 millones de años hasta la actualidad. El libro, muy bien documentado y puesto al día, abarca una amplia perspectiva multidisciplinar y, por su rigor y amenidad, constituye una lectura sumamente recomendable. 

Entre las numerosas localizaciones de interés paleontológico mencionadas en el texto, Flannery cita varios yacimientos fosilíferos de la Península Ibérica: Gibraltar, cuenca de Tremp (Lérida), Asturias, Cerro de los Batallones (Madrid), Atapuerca, Can Llobateras (Sabadell), etc. En este útimo el autor recuerda el hallazgo de restos de mamíferos de hace 10 millones de años (rinocerontes, ardillas voladoras, antílopes...) entre los que destaca el cráneo de un antiguo simio, encontrado por los antropólogos David Begun y Salvador Moyà-Solà en 1991. Dice Flannery:

"En el transcurso de varios años, el esqueleto incompleto de una criatura extraordinaria llamada Hispanopithecus crusafonti fue surgiendo del barro. Esos huesos constituyen el esqueleto de homínido más completo que se haya encontrado en Europa. Los huesos de sus extremidades revelan que el Hispanopithecus se movía como los chimpancés y los gorilas. Pero lo sorprendente llegó cuando los científicos examinaron sus senos paranasales, que son grandes y de una forma vista solo en gorilas, chimpancés y humanos. A juzgar por estas cavidades, el Hispanopithecus crusafonti es el miembro más antiguo conocido de los homininos (el grupo que incluye a todos los grandes simios, con excepción de los orangutanes)."  

Dicha especie recibió el nombre en honor al paleontólogo Miquel Crusafont i Pairó (1910-1983) quien, junto a Josep Fernández de Villalta, descubrió en el yacimiento La Tarumba, en las cercanías de Viladecavalls, pueblo situado a unos cuatro kilómetros de Terrassa, el primer ejemplar de hispanopiteco (Hispanopithecus laietanus). El nuevo género fue descrito por primera vez en el artículo, firmado por ambos descubridores, titulado. "Dos monos antropomorfos del Mioceno español y su situación dentro de la moderna sistemática de los símidos" (Notas y Comunicaciones del Instituto Geológico y Minero de España, nº 13, 1944). 

 

 


En 1963 el doctor Crusafont obtuvo, tras breve paso por la universidad de Oviedo, la cátedra de Paleontología de la universidad de Barcelona, y en 1969 fundó y pasó a dirigir el Instituto Provincial de Paleontología de Sabadell. Tuve la suerte de recibir sus enseñanzas en las asignaturas de "Paleontología" (tercer curso) y "Paleontología humana" (quinto curso) de la carrera de Ciencias Geológicas. Era un hombre de trato muy correcto y porte elegante. Daba las clases de pie y exponía con claridad, sin chuleta y pausadamente (daba tiempo a tomar los apuntes). En su mano izquierda solía sujetar un cigarrillo, mientras con la otra escribía y dibujaba en la pizarra. Evolucionista creyente nos dio a conocer  al jesuita Teilhard de Chardin, de quien hacía poco había traducido su ensayo El fenómeno humano. Con el profesor Crusafont aprobé las dos asignaturas y en la de "Paleontología" conseguí el único sobresaliente de mi carrera. He aquí la papeleta que lo certifica (nótese el error en el nombre mecanografiado de la asignatura. Para mi fortuna no hubo error en la calificación escrita a mano. ¿O tal vez sí?):  

 


Addenda. Años después, cuando vine a la universidad Oviedo como profesor adjunto en la entonces Sección de Geológicas de la Facultad de Ciencias, conocí y trabé amistad con Jaime Truyols Santonja (1921-2013), discípulo y colaborador del profesor Crusafont y su sucesor en la cátedra de Paleontología de Oviedo. 

 


Ahora, cada vez que paso por delante del edificio de la Facultad de Geología y veo cómo va creciendo lentamente el ginkgo biloba que se plantó en homenaje a don Jaime con motivo de su jubilación, me acuerdo de él y de otros profesores de la "vieja escuela" que no solo se limitaban a enseñar las nociones científicas y técnicas necesarias para ser un buen geólogo, sino que con generosidad brindaban al alumnado sus experiencias profesionales y vitales únicas. Por si el día de mañana pudieran sernos de utilidad.                  

          

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