Ir al contenido principal

El gran ficcionador

                                                                    Fray Antonio de Guevara (c. 1480-1545)
 

En el prólogo a Prosa escogida de Fray Antonio de Guevara (Luis Miracle, Barcelona, 1943), el seleccionador de la antología, el profesor Martín de Riquer, comienza su prólogo diciendo: "Fray Antonio de Guevara es indiscutiblemente el primer prosista castellano del tiempo de Carlos I. 

Estoy de acuerdo.

Guevara nació hacia 1480 en las Asturias de Santillana, probablemente en Treceño. A los doce años entró en la corte de los Reyes Católicos y posteriormente tomó el hábito franciscano en Valladolid, ocupando varios cargos dentro de la orden. Fue predicador y cronista imperial de Carlos I, obispo de Guadix y de Mondoñedo, donde murió en 1545.

Sus libros, entre los que destacan Reloj de príncipes, Libro áureo de Marco Aurelio, Menosprecio de corte y alabanza de aldea y Epístolas familiares, son una increíble mezcla de erudiciones falsas y mixtificaciones a cuál más extemporánea. El Marco Aurelio, que Guevara atribuye al gran emperador romano, se tiene por "una de las mayores ficciones literarias de la historia" (Riquer dixit). En su tiempo, gran parte de sus obras fueron tomadas por graves y sabias, a excepción de unos pocos estudiosos serios. En realidad, no son más que hábiles patrañas, historias fabulosas trufadas de citas inventadas de autores inexistentes.

Veamos una muestra, a modo de aperitivo. En el prólogo del Reloj de príncipes escribe Guevara: "Muchos se espantan en oir doctrina de Marco Aurelio diciendo que cómo ha estado oculta hasta este tiempo, y que yo de mi cabeza la he inventado... no porque yo en descubrir a Marco Aurelio haya sido cuidadoso es por cierto justo sea de los sabios notado..." Y para convencer o para más desorientar , lanza una nueva ficción:

"La última cosa que los romanos conquistaron en España fue Cantabria, que era una ciudad de Navarra, a ojo de Logroño, en un alto puesto do hay ahora un pago de viñas; y el emperador Augusto, que la destruyó, hizo diez libros De bello cantabrico, do pone cosas asaz dignas de contar y no poco sabrosas de leer que le acontecieron en aquella conquista." 

Lo único de cierto que hay en todo este párrafo es que las historias que cuenta son "sabrosas de leer". Lo iremos viendo.

 

 

Comentarios

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien