Portentosas lluvias



Según reza el subtítulo de Mil y una curiosidades (Barcelona, c. 1930) se trata de un "Archivo de cosas raras muy convenientes. Algo de todo. Noticias que no contiene ningún diccionario. Libro de utilidad y recreo. Agradable lectura para hombres y niños. Asuntos tratados sencillamente, sin alardes científicos ni pedantescos". Su autor, aunque no conste en la portada, fue el periodista y humorista aragonés Julio Víctor Tomey, autor, entre otras obras, de dos libritos cómicos: Cuadernicos baturros y Prosica baturra.
El volumen II de Mil y una curiosidades -que me facilitó mi amigo Josep Mª Sans- contiene un batiburrillo de noticias curiosas sobre diversos temas, desde el velocípedo al paragranizo pasando por el modo de ordeñar las vacas por medio de la electricidad. Incluye también referencias a algunos libros antiguos y raros, como Prodigiorum ac ostentorum chronicon, infolio publicado en Basilea en 1557, por "el sabio profesor de Heidelberg Teobaldo Wolffhar, que escribía con el pseudónimo Conrado Lycosthenes". En dicho libro se mencionan varias lluvias portentosas: de sangre, de ranas, de peces... Algunas son realmente insólitas:



"En un campo cercano a una ciudad alemana, vieron llover turbantes, y predijeron una invasión sarracena, de la que nos libró, con toda seguridad, la batalla de Lepanto. Con alguna frecuencia observóse la lluvia de cruces, que brillaban en distintos puntos del cielo, y cuando estos signos venerandos se habían movido bastante rato en el espacio, reflejaban sobre las vestiduras de quienes contemplaban el milagro."



También señala Tomey que: "Una tradición alemana sostiene que en 1587, en Witzitz, hubo una lluvia de armas que infundió el mayor pánico en el país, cuyos habitantes las vieron relucir fulgurantes por el espacio, después de haber quedado dicha población en una completa obscuridad." Espantosa visión, sin duda.

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