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Orden público y turismo



En 1908 se fundó en Barcelona la Sociedad de Atracción de Forasteros. El objetivo de esta entidad semipública era el fomento y promoción del turismo de la capital catalana y, por extensión, de Cataluña. Su primer presidente fue Domènec Sanllehy, a la sazón alcalde de Barcelona. Dos años después salía Barcelona Atracción, revista mensual y órgano de difusión de la S.A.F. (Sindicat d'Initiative).
El número 299 corresponde al mes de mayo de 1936. Entre sus contenidos, además de los obligados anuncios, notas sobre la vida cultural y la crónica de eventos, destaca un interesante artículo sobre Igor Stravinsky, "un gran propagandista de Barcelona". En dicho artículo su autor, el crítico musical y director de escena Rafael Moragas, se hace eco del reciente paso por Barcelona del famoso compositor ruso (la segunda visita, pues ya había estado en 1924), con motivo de dirigir un concierto en el Gran Teatre del Liceu en el que se interpretó la "Sinfonía de los Salmos".
Llama la atención, asismismo, en el apartado "Notas de turismo y de la Sociedad de Atracción de Forasteros", la inclusión de un comentario editorial bajo el epígrafe El turismo y el orden público. En él se dice entre otras cosas:
"Sin orden público no hay turismo. El turista huye del desorden. No le interesan los pleitos ajenos cuando alteran la paz en la vía pública, y cuando aquélla se altera, nada hay seguro. El trato general que recibe el turista cuando las circunstancias de una población son anormales es en absoluto diferente al que recibe cuando la paz y el orden imperan. Un nerviosismo especial lo invade todo. Los que conocemos el turismo sabemos el año 1936 que esperaba a España; hubiera sido espléndido; muchas circunstancias lo favorecían en alto grado. No creemos exgerar afirmando que se ha perdido para nuestra economía una fuente de ingresos realmente extraordinaria. Y no es esto solo; con estas perturbaciones, se pierde crédito, prestigio, fama y aún más: aquella general alegría y satisfacción en el ambiente que tanto agrada y atrae al turista (...) No dudamos que el poder público y todos los españoles están firmemente convencidos de todo esto y que para evitar la continuación de esta anomalía, el patriotismo nos inducirá a todos a contribuir a la paz y al orden con el esfuerzo que sea necesario."
Pero no fue así. Apenas dos meses después estallaba la guerra y con ella desaparecía Barcelona Atracción.    

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