Ir al contenido principal

Cardín



La editorial barcelonesa Ultramarinos ha tenido la excelente idea de publicar la poesía completa de Alberto Cardín (1948-1992). Mi más hermoso tecxto, que así se titula la recopilación, reúne los poemarios que publicó  en vida Cardín y en la actualidad prácticamente inencontrables: Paciencia del destino, Despojos e Indículo de sombras, así como una serie de poemas inéditos escritos entre 1976 y 1983 y que se encuentran entre los papeles del Fondo Cardín de la Universidad de Oviedo, constituyen su producción poética. El volumen se complementa con ua selección de textos, de y sobre el escritor asturiano, que nos ilustran acerca de su fama de agitador cultural y polemista.
Como dice el prologuista y editor del libro, Ernesto Castro Córdoba: "La dureza burlesca de sus consideraciones intempestivas, la brillantez de un discurso crítico apoyado en la sospecha y en la destrucción de la complacencia presentan una de las vías menos promocionadas de la Transición: la de aquellos que para construir un lugar mejor apostaron por el incendio."      
Desde su llegada a Barcelona en 1973 Alberto Cardín fue uno de los activistas culturales más potentes, personales y controvertidos a lo largo de los años setenta y ochenta del pasado siglo. Antropólogo, traductor, ensayista, poeta y narrador escribió, entre otras obras, Detrás por delante (1978), Lo mejor es lo peor (1981) y Guerreros, chamanes y travestis (1984). Dirigió la colección Rey de Bastos de la editorial Laertes y colaboró en algunas de las revistas más punteras de la época, como El Viejo Topo, Ajoblanco, La Bañera, Los Cuadernos del Norte y Diwan, así como en los periódicos El País y Diario 16. Tras una fase más centrada en la ficción y la crítica literaria, Cardín inició un segundo período en el que destacó por sus estudios pioneros en el campo LGBT.
A través de su amigo José Doval tuve la suerte de tratarle a mediados de los años ochenta, cuando el sida ya había hecho mella en él. Era una pesona muy generosa y a él le debo en gran medida que mi primera novela fuese publicada. Ahora que casi nadie se acuerda ya de Alberto Cardín, ojalá la edición de su poesía sirva para que se redescubra su obra. 

Comentarios

  1. Asistí a una conferencia suya en Oviedo. Me pareció inteligentísimo. Saqué algunos libros de su fondo de la Biblioteca del Milán. Subrayados por él.

    ResponderEliminar
  2. Querido Francisco: Esa impresión saqué yo también el mismo día que lo conocí. Echo de menos agitadores culturales como él. Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Desde luego tenéis la niña del ojo por no decir la pupila dilatada de tanta exaltación ante la lectura y la variedad de escritores.

    Jorge, si echas de menos lo que dices, algo pasa... no?.

    Hoy en el programa Imprescindible han hablado del escritor Joan Brossa. Tampoco lo conocía.
    Personalmente me gustó más cuando se lo dedicaron a la escritora Carmen Laforet, espléndida mujer.
    Por cierto, el estudio de J.B un caos total, vamos, que hasta las cucarachas participaron en sus poemas visuales.
    En fin, qué chuletón voy a tener que hacerme con estos escritores e inventar que el día no tiene 24h, sino 48. No me da tiempo de leer tanto o soy muy mala lectora.

    ResponderEliminar
  4. Pues sí, se echan de menos unos cuantos escritorees que van cayendo en el olvido. Brossa fue pura vanguardia con -tal vez- síndrome de Diógenes.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien