Ir al contenido principal

Alma humana


A propósito de una reciente edición de Las alas de la paloma, un reputado crítco ha dicho que Henry
James es un gran creador de personajes: "A partir de ahí empieza a elaborar, en forma de hipótesis probable, los pensamientos, emociones y decisiones del personaje". Es decir, el lector va conociendo los personajes a través de las situaciones. Por su parte, Borges sostiene que las situaciones, en los libros de James, no surgen de los caracteres; sino que los caracteres han sido imaginados para justificar las situaciones. Cuestión de opiniones. Para el citado crítico, además, Henry James "es un gran conocedor del alma humana". Y ahí tengo yo mis dudas.
Para ser un gran conocedor del alma humana tienes que haber tratado a personas de diferentes clases en situaciones distintas, y me temo que este no es el caso de James. En líneas generales, James estaba muy alejado del predicamento humano. Su conexión fue parcial y selectiva. Para empezar, parece ser que su contacto con las mujeres, fuera de algunas amistades de su pequeño círculo, como Edith Wharton, fue superficial. Sus heroínas típicas suelen ser jóvenes norteamericanas inocentes y puras, para las que el sexo apenas cuenta a la hora de elegir marido. El sexo para James no deja de ser algo terriblemente vulgar.
La mayoría de los personajes de sus novelas y relatos pertenecen a las clases altas y aristocráticas. Su conocimiento de las vivencias y anhelos de las clases medias, bajas y proletarias es prácticamente nulo. Muchos de sus peronajes son ricos por familia o heredan una fortuna en un momento dado; ni siquiera tienen que trabajar para ganarse la vida. Para James la riqueza heredada era superior a la riqueza trabajada. El dinero viejo, mejor que el dinero nuevo. Otros personajes son escultores, pintores, escritores y aficionados al arte que, al menos en apariencia, no se preocupan por el dinero, tan solo por sus ideales artísticos. En el mundo imaginario de James predomina la clase ociosa, no hay obreros, y si aparecen trabajadores suelen ser mayordomos, criadas y personal de servicio en general, cuya mayor aspiración es la de imitar a sus señores. ¿Gran conocedor del alma humana? Claro que no es preciso serlo para escribir magníficas novelas, aunque sean de visión limitada. Al fin y al cabo estamos hablando de ficción. La vida es otra cosa.

Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Jorge, mirando la wikipedia he leído sobre su vida privada:

    "James no conseguía demasiado dinero de sus libros; sin embargo, se codeaba con las clases ricas. Aunque no era realmente uno de ellos, James había crecido en una familia pudiente y podía observarlos de cerca y comprender sus problemas. Afirmó una vez que algunas de las mejores ideas para sus historias las obtuvo frecuentando ese tipo de reuniones"

    Entonces Borges, no andaba muy perdido. Tú tampoco.

    A veces esto del alma humana parece un colocón emocional, una especie de borrachera interna que si no se sabe tratar bien, es una trampa mortal.

    Gracias por estas riquezas y perdona mis lapsus en los comentarios.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, L.N.J. por tu comentario, que encaja muy bien con lo que yo he querido decir acerca del conocimiento de James del "alma humana".

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de