Ir al contenido principal

Dedos de acero


    Y corriendo tras él, disparó consecutivamente hasta cuartro veces, gastando los cuatro proyectiles que quedaban en su colt; a cada disparo, el duro capataz saltaba como un simio emitiendo gruñidos de fiero folor y seguía corriendo con menos vigor, hasta que de repente, cayó al suelo y se volvió hacia arriba en un gesto desesperado de defensa.
    Su revólver sin recargar salió volando despedido de su mano y fue a dar de refilón en la frente de su enemigo abriéndole una herida en el lugar del impacto, pero Cravat ya era insensible al dolor. Solo le acuciaba el ansia de acabar con aquella fiera que con el cuerpo lleno de plomo aún daba coletazos de serpiente boa.
    Y se arrojó sobre él echándole las manos al cuello. "El Irlandés", reuniendo las pocas fuerzas que la pérdida de sangre le permitían usar, trató de defenderse, pero los dedos de acero de Cravat tenían la fuerza de las garras de un gavilán y apretaban con ansia infinita obligando a su víctima a saltar el cuerpo herido sobre la tierra en espasmos de dura agonía.

(W.Martyn, No hay enemigo pequeño. Colección "Rodeo", Editorial Cies, ca. 1947)

Comentarios

  1. Qué bonita metáfora: "Los dedos de acero de Cravat tenían la fuerza de las garras de un gavilán".

    ResponderEliminar
  2. Metáforas entre tópicos. Esta parece ser la clave de estos textos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de