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Las entrañas de la fiesta

 William Sansom (1912-1976)

El segundo toro había salido ya al ruedo y comenzaba el mismo ritual de siempre. Los peones le incitaban con sus largas capas atrayéndole hacia el picador, sentado y gordo, en su caballo... Y Louise tuvo de pronto la impresión de que aquellos peones tuvieran algo de mujeres que con sus rojos delantales llamaban la atención de una cabra; sus monteras negras eran como si se hubiesen recogido el pelo en un moño y al contemplar más detenidamente sus medias rosas y doradas, le produjeron la misma impresión que unos criados de librea en un libro de cuentos infantiles. Una monstruosa comparación... Cogió del brazo a Michael para explicárselo y se lo estaba contando y riendo cuando el toro en su embestida derribó caballo y jinete y hundió vigorosamente sus cuernos en los intestinos del animal. Surgieron las entrañas, de color de rosa suave y azul.

(William Sansom, Un macizo de rosas. Editorial Planeta, 1968. Traducción de Victor Scholz).

Comentarios

  1. Una descripción espeluznante, la verdad. Cualquier tradición, sea tauromaquia o una pelea de gallos, que implique sufrimiento para entretenimiento del personal, es una costumbre repulsiva. Y eso que el título parece inofensivo.

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  2. La novela transcurre en gran parte en España, y seguro que Sansom visitó el paísm y asistió a corridas de toros, pues en otros lugares descuibe con mucha precisión este "espectáculo".

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  3. ¿En qué año transcurre la acción?

    Saludos.

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  4. No lo precisa, pero creo que a principios de los años cincuenta del siglo pasado.

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  5. En los cincuenta es altamente improbable tal escena en una plaza de toros ya que, desde los años veinte, los caballos van protegidos con un peto.

    Saludos.

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  6. ¡Uf!, el morbo de la muerte.



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  7. Retablo: Ya me extrañaba a mi tanta carnicería...

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  8. Curioso detalle el del peto. Salvar a un animal y dejar que maten a otro.

    Mi abuela cogía los pollos viejos y tullidos entre las piernas, les doblaba el pescuezo hacía bajo y se los cortaba con un cuchillo.

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  9. Y a veces corrían los pollos descabezados...

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