Ir al contenido principal

El negro del "Narcisus"


En diciembre de 1896 Joseph Conrad y su esposa Jessie (se habían casado en marzo) llegaron a Cardiff con objeto de pasar las navidades con la familia de Józef Spiridion Kliszczewski, un emigrado polaco, nacionalista y hombre de negocios que Conrad había conocido en 1885. En su residencia de Cathedral Road el autor de La locura de Almayer aprovechó para dar los últimos toques a su borrador de El negro del "Narcisus", que vería la luz en 1897. (Arthur Mee, un periodista del Western Mail de Cardiff que le hizo una entrevista -de hecho su primera entrevista en la prensa-, lo describe como "alto, oscuro y de apariencia decididamente céltica (sic)". Preguntado por la afinidad entre celtas y polacos Mr. Conrad respondió que "tienen mucho en común, siendo ambos de temperamento soñador, poético y romántico".    
Hacía muchos años que no releía esta soberbia narración sobre la vida en el mar (el subtítulo, que a menudo se omite, es precisamente "Una historia del castillo de proa"), y este verano he vuelto a leerla. De mi primera lectura recordaba sobre todo la muerte y el entierro en el mar de Jimmy, el marinero protagonista y el episodio de la tormenta. También se me quedó en la memoria la palabra "paregórico" (elexir a base de alcohol y opio usado como antidiarreico). Pero en esta reciente lectura he podido apreciar otros incidentes y matices que me habían pasado desapercibidos. Así, por ejemplo, la voz de narrador.
El narrador es un marinero, del que no se nos dice el nombre, que forma parte de la tripulación del "Narcisus", pero que a lo largo de la novela apenas interviene en la acción. Empieza contando la historia en tercera persona, sigue a partir del capítulo dos como primera persona del plural, pasa a continuación a la visión omnisciente y reaparece hacia el final como primera persona del singular. Es el momento de la arribada al puerto de Londres y el emotivo episodio de la despedida a sus compañeros en el muelle, a los que no volverá a ver. Esta deriva, cuando no violación, del punto de vista es desde luego una de las aspectos más curiosos y característicos de El negro del "Narcisus", y que hacen de esta narración una de las más importantes y sighnificativas de su primera época. 

Comentarios

  1. Una modernidad que revela su carácter, desafiante y atrevido, era un escritor, un hombre que seguía su instinto al parecer.
    En cuanto a la entrevista, ahora sería impensable que un escritor echara mano de los estereotipos basados en tópicos nacionales, étnicos o como quiera llamarse en lenguaje p.c.
    La palabreja paregórico es digna de rescate, En esa época los jarabes y "medicinas " cuyo componente principal era el opio, causaban furor. Creo que era muy común recetarlo a los niños inapetentes e insomnes.

    ResponderEliminar
  2. Hablando de lenguaje políticamente correcto: la palabra "nigger" del título original, considerada ofensiva en EE.UU. ya en aquel momento, forzó a la editorial americana que publicó la novela a cambiar el títiulo por el "Children of the Sea", con el desacuerdo de Conrad.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Como un río de corriente oscura y crecida

  Era un panorama extraño. En Barcelona, la habitual multitud nocturna paseaba Rambla abajo entre controles de policía regularmente repartidos, y la habitual bomba que explotaba en algún edificio inacabado (a causa de la huelga de los obreros de la construcción) parecía arrojar desde las calles laterales perqueñas riadas de gente nerviosa a la Rambla. Los carteristas, apaches, sospechosos vendedores ambulantes y relucientes mujeres que normalmente pueden verse en las callejuelas se infiltraban entre las buenas familias burguesas, las brigadas de obreros de rostro endurecido, las tropillas de estudiantes y jóvenes que deambulaban por la ciudad. La multitud se desparramaba lentamente por la Rambla, como un río de corriente oscura y crecida. Apareció un ejército de detectives, de bolsillos abultados, apostados en cada café, vagueando por la Rambla y enganchando, de un modo vengativamente suspicaz, a algunos transeúntes elegidos por alguna singular razón, hasta el punto de que incluso esta

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra