Crusat


Sabía de Paulina Crusat por su excelente Antología de poetas catalanes contemporáneos, publicada en la colección Adonais, pero hasta hace poco no había leído nada de su narrativa. Nacida en Barcelona en 1901 creció en un ambiente acomodado y favorable a su vocación literaria, que sintió desde muy joven. En 1917 se casó y fijó su residencia en Sevilla, donde moriría en 1981. En 1953 publicó la novela Mundo pequeño y fingido, hoy inencontrable, pero que Llorenç Villalonga consideraba una de las mejores novelas de la posguerra. Más tarde publicaría Aprendiz de persona (1956) y Las ocas blancas (1959), que constituyen el ciclo novelístico "Historia de un viaje". Durante quince años, de 1953 a 1968, tuvo a su cargo la sección "Letras catalanas" de la revista Ínsula.
Las ocas blancas (hay reedición de 2009 por Visor Libros), de reminiscencias autobiográficas, narra, con extraordinaria sensibilidad y riqueza de matices, los amores y desamores de un grupo de jóvenes casaderas de la burguesía barcelonesa en 1917. Su enfoque estilístico y su prosa morosa, proustiana, la alejan del tradicional realismo costumbrista imperante en la época y la acercan a escritoras del ámbito anglosajón, como Virginia Woolf o Rosamond Lehmann. Las primeras ochenta páginas de Las ocas blancas transcurren en un solo escenario, el Gran Teatre del Liceu, a lo largo de una representación de ópera, y es un verdadero tour de force narrativo: "Los hombres se han levantado para ir a fumar y a mirar. Las mujeres están inmóviles en sus puestos, y en el mapa de la sala dibujan contornos de islas y tierra firme en torno a los cuales avanza o se retira el flujo masculino. Mar incógnito, mar proceloso (...) Y Adela Mauri, mirando a su alrededor, ve que la marea ha depositado una pechina al alcance de la mano...". 

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