Ir al contenido principal

Hombres de piedra



¿Hombres o piedras?, de Archie Lowan (pseudónimo de Luis Bayarri Lluch), salió en la colección "Luchadores del Espacio", de Editorial Valenciana, en 1963. Es una fantasía científica en la que salen nada menos que dos geólogas. Una es Mary Duval, catedrática de Geología y Espeleología; la otra es Dorothy Lotan, Jefa del Laboratorio Geológico. La primera está convencida de que en una sima llamada "Golat", en Marte, se encuentra un raro mineral de extrañas propiedades, la klivotarinapirita, descubierto sobre el papel por los profesores Klivo y Tarín. Segun estos mineralogistas dicho mineral desprende, sometido a un tratamiento de altas presiones y elevada temperatura, un gas de excepcionales aplicaciones: las de generar, por sí solo, vida. La doctora Lotan es elegida para formar parte de una expedición a Marte para explorar la sima "Gotan".
A partir de este momento la historia adquiere un tono de aventura claramente derivado de Viaje al centro de la Tierra y El mundo perdido. Los expedicionarios desciendan por la sima, llegan a un lago subterráneo de aguas turquesas, recorren galerías alucinantes de rocas fosforescentes y se enfrentan con monstruos amenazantes, en particular con unos enigmáticos "hombres de piedra":
"El espectáculo que contemplaron fue algo capaz de cortar la respiración. Las rocas comenzaban a animarse en derredor suyo, saliendo de entre ellas más de una veintena de hombres de piedra (...) Cayeron muchos de estos monstruos de pesadilla, pero surgían de todas partes y pronto fue imposible utilizar las armas. Entonces, tuvieron que defenderse con los puños. La lucha fue a muerte y sin cuartel. Pero esta vez, las cosas no se presentaron para los terrícolas ni tan claras ni tan fáciles como hasta ahora. Aquellos monstruos sabían luchar y eran duros, como la misma roca de que estaban formados sus cuerpos".Como es usual en estos casos, el traidor forma parte de la expedición.

Comentarios

Entradas populares

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Como un río de corriente oscura y crecida

  Era un panorama extraño. En Barcelona, la habitual multitud nocturna paseaba Rambla abajo entre controles de policía regularmente repartidos, y la habitual bomba que explotaba en algún edificio inacabado (a causa de la huelga de los obreros de la construcción) parecía arrojar desde las calles laterales perqueñas riadas de gente nerviosa a la Rambla. Los carteristas, apaches, sospechosos vendedores ambulantes y relucientes mujeres que normalmente pueden verse en las callejuelas se infiltraban entre las buenas familias burguesas, las brigadas de obreros de rostro endurecido, las tropillas de estudiantes y jóvenes que deambulaban por la ciudad. La multitud se desparramaba lentamente por la Rambla, como un río de corriente oscura y crecida. Apareció un ejército de detectives, de bolsillos abultados, apostados en cada café, vagueando por la Rambla y enganchando, de un modo vengativamente suspicaz, a algunos transeúntes elegidos por alguna singular razón, hasta el punto de que incluso esta

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra