Ir al contenido principal

La bruja global

Joan Amades i Gelats (1890-1959)


En el libro El mal donat (Biblioteca de Tradicions Populars, Barcelona, 1935), del etnógrafo y folklorista Joan Amades, que trata del mundo de la magia y las supersticiones populares (meleficios, encantamientos, mal de ojo, ligaduras, etc), encuentro esta curiosa referencia, que traduzco del original catalán:

"Hace unos quince años, andaba por las calles de Barcelona una vieja mendiga que sabía una famosa oración que tenía la propiedad de conjurar todo conflicto de carácter público, por grande que fuese. Para que el exorcismo tuviera eficacia era necesario saber el nombre del causante, condición indispensable, ya que el peso del recitado secaba y volvía calavera al autor de la desgracia, y mientras este se fundía y perdía grasa y vida, se iba calmando y apaciguándose el daño hecho por él. La vieja decía, con toda la buena fe, que había hecho acabar la guerra europea. Para que la oración tenga su efecto se ha de decir justo a medianoche; mientras tocan las doce se ha de empezar, y se debe repetir tres veces, estando desnudo quien la dice, a oscuras del todo y de cara a una pared blanca, la cual escucha el recitado y se encarga de hacer llegar los efectos al causante, quien en el preciso momento ya siente el peso de su culpa, llevado por la oración. El recitado tiene efectos más intensos cuanto más blanca, alta y ancha es la pared. La vieja guardaba esta famosa oración en gran secreto; pero, mediante una pródiga limosna, no tuvo inconveniente en decirnos el texto, si bien, según explicó, se reservó algunos detalles sobre la manera de pronunciarse para que fuese bien eficaz, ya que, si nos lo hubiese dicho todo, le habríamos podido hacer la competencia."

Comentarios

  1. Bueno, callarse lo fundamental es esencial en estas cosas de la brujeria, aunque la competencia sea igual de buena o de mala :)
    Estas cosas son siempre curiosas y hay que ver lo que la gente cree en ellas, hecho que también tiene su misterio o aburrimiento.
    En fin, no quiero entrar en detalles que si bien narradas parecen bonitas, en la vida real a veces son increiblemente díficil de creer. Jeje. ¡Ay!

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que, en estos aspectos, hemos cambiado muy poco.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien