Ir al contenido principal

Abrazo mortal

 
    Howard empujó las puertas del local y penetró como un huracán. El espectáculo que se ofreció a su contemplación era dantesco (...).
    Dos hombres a los que reconoció al instante -Ward y Jackson- permanecían casi abrazados en el centro del espacio libre. Y el brazo izquierdo de Ward pasaba por encima de los hombros de Jackson, atrayéndolo, y también Jackson había hecho lo mismo con Ward. Daba la impresión de que los dos estaban unidos por un abrazo. Pero, en realidad, lo que les unía era la muerte.
    La mano derecha de Ward empuñaba un cuchillo de caza que había clavado en el bajo vientre de Jackson y furiosamente tiró hacia arriba, abriéndole y rasgándole los pulmones.
    También Jackson empuñanba un cuchillo y consiguió hundirlo en la carne de Ward, muy cerca del corazón, haciéndole aullar de dolor y matándole cuando la afilada hoja le alcanzó el corazón.
    Los dos estaban muertos, pero se mantenían en pie, apoyados el uno en el otro.
    El silencio era total...


( Emiliano Santos Zapata, Llega la muerte. Colección Oeste, Editorial Rollán, 1966)

Comentarios

  1. Hombre, no me extraña que el silencio fuera total.
    Me intriga que ambos estuvieran de pie, después de ejercitar tales maniobras. Es una escena tan truculenta...y silenciosa.

    ResponderEliminar
  2. Es una escena bastante forzada, en la que el autor parece querer mostrar un duelo algo "distinto". Pero se le fue la mano.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. No me había fijado, pero sí.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Curioso que dos hombres que se matan, lo hagan de esta manera. Esto sólo pasa en el oeste.
    ¡Qué maravilla de texto!.

    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Imaginación no le falta al autor, desde luego...
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Escritura y moral

  La primera obligación de un escritor es tratar todos los temas con la más elevada, la más digna y la más valiente de las disposiciones (...) El espíritu con el que se aborda un tema, un ingrediente relevante en cualquier tipo de literatura, es de absoluta importancia si hablamos de obras de ficción, reflexión o poesía, pues ahí no solo da color, sino que de por sí elige los hechos; no solo modifica, sino que conforma a la obra (...) No rechazamos una obra maestra aunque estemos preparados para detectar sus defectos; sobre todo, no nos preocupa encontrar sus defectos, sino sus méritos: Por supuesto no hay libro perfecto, ni siquiera en su concepción, pero no hay duda de que hay muchos que hacen disfrutar al lector, que le hacen mejorar en su vida o que le levantan el espíritu (...) En literatura, como en todo lo que hacemos, nunca podemos esperar la perfección. Lo único que cabe es hacer todo lo posible  porque así sea, y para ello solo hay una regla: lo que pueda hacerse despacio no

Un milagro de san Salvador de Horta

"Dos casados vizcaínos traxeron desde aquel reino a Horta una hija, que era sorda y muda de nacimiento; y poniéndola a los pies del venerable Fray Salvador, les dixo que estuviesen ocho días en la Iglesia orando a Nuestra Señora, y que después hablaría la muchacha. Pasados quatro días habló, pero en lengua catalana, conformándose con el idioma del territorio en que estaba. Entonces viendo hablar a la muda gritaron todos: Milagro , milagro . Pero sus padres como no entendían aquella lengua estaban descontentos, y levantando la voz decían que ellos no querían, ni pedían, que hablase su hija lengua catalana, sino vizcaína; y fueron a Fray Salvador, que le quitase la lengua catalana y le diese la vizcaína. Él les respondió: Vosotros proseguid la oración de los ocho días, que yo también continuaré la mía . Y cumplidos los ocho días, delante de los muchos que concurrieron a ver la novedad, dixo: Amigo, la Virgen Santísima quiere que la niña hable catalán mientras esté en el reino de Cat